Santos y la seguridad nacional

Uno de los requisitos fundamentales para la persistencia de un Estado es que éste preserve como prioridad fundamental su seguridad nacional, entendida la seguridad, como un concepto integral, en el que no solamente se incluye la integridad territorial sino también la conservación tanto de la vida y los bienes de los ciudadanos, como la de sus instituciones.

Desde que el Partido Comunista Colombiano en los albores de los 60 adoptó como su estrategia central de acción política la combinación de todas las formas de lucha, lo que lo llevó a la creación de su brazo armado principal, las Farc, el objetivo fundamental ha sido precisamente la eliminación de que el Estado colombiano garantice la conservación de la integridad territorial, la seguridad de la vida y bienes de sus ciudadanos y sobre todo la conservación de las instituciones democráticas.

No lo logró por la vía insurreccional, pero aplicando la fórmula del Foro de Sao Paulo lo está logrando a través de la infiltración en las instituciones democráticas, para  dentro del Estado minar la sustentabilidad del mismo. En los países del Alba y algunos otros relacionados la cartilla establecía llegar con un outsider que una vez en el poder , vía un Constituyente amañada estableciese una Constitución a la medida del dictador, garantizando así su preservación en el poder.

Sabiendo que en Colombia le sería imposible aplicar ese estratagema debido precisamente a la abrumadora desfavorabilidad de las Farc (más del 95%), el Foro se ingenió una treta mucho más ingeniosa: infiltrar dentro de un movimiento democrático a un “compagnon de route” que pasase como el más furibundo enemigo del castrochavismo, para una vez llegado al poder iniciar el proceso de entrega del poder a las Farc: el farcsantismo.

La estrategia le está dando resultado: con una goebbeliana estrategia de manipulación se ha hipnotizado a los colombianos con un discurso de paz que enmascara justamente el peor de los mundos para Colombia: la entrega del poder al castrochavismo vía una Constituyente de facto que se está realizando en La Habana.

El estado de alucinación a que ha llevado Santos a la opinión pública ha llevado que los principales perjudicados por esa estrategia sean los primeros que la promueven: los empresarios y los medios de comunicación. Se está como ya lo dijimos implementado una variante de la  cartilla del Foro de Sao Paulo, y salvo honrosas excepciones no se lucha en contra del inminente peligro de que Colombia llegue a ser un Estado forajido, con el gobierno en manos del cartel más grande de narcotráfico del mundo, las Farc. Que el Foro de Sao Paulo y las Farc pretendan arrebatar el poder es  entendible, lo que es inconcebible es la abulia de la nación frente a esta estrategia. Los partidos enmermelados, los gremios, los empresarios, etcétera están siendo tontos útiles de esta farsa de los diálogos de paz.

Lo que es inconcebible es como aprovechándose descaradamente del deber de obediencia de los miembros de la Fuerza Pública, se la está maniatando y los mismos militares y policías están siendo instrumentos de la entrega del poder a las Farc. La persecución judicial a militares probos, fruto de una animadversión del aparato judicial con los militares y policías, la eliminación del fuero militar con el sainete de una ley que dizque estableciéndolo en la práctica lo elimina, la presencia de unos militares retirados que están siendo títeres de la manipulación farcsantista, la presencia, aun peor, de militares activos en La Habana tratándose de tú a tú con los narcoterroristas, en fin, la estrategia de aniquilación de la Fuerza Pública, denunciada por el Coronel Mejía, son pruebas fehacientes de que Santos está implementando la estrategia de toma del Estado por las Farc, en consecuencia se evidencia que él está entregando la seguridad nacional al narcoterrorismo y en consecuencia es culpable de traición a la Patria.

PS: “Errar es de humanos, corregir de sabios”. Causó justificado escozor en el CPPC mi envío a los contactos de Hotmail de un artículo publicado en Periodismo Sin Fronteras. Obnubilado por el mensaje aparente de mostrar la peligrosidad del totalitarismo en Cuba y Venezuela, no percibí la intención oculta del autor de agredir a uno de los más connotados miembros del Centro Democrático. Acuso mi error, ratificando mi adhesión a la línea del uribismo y del CPPC de lucha contra el castrochavismo y de la promoción de un partido de masas verdaderamente democrático.

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