Santos y Timochenko sin Premio Nobel de la Paz, ¿por qué?

El Premio Nobel de la Paz es uno de los galardones de la Academia sueca, en este caso otorgado por su sede noruega de Oslo, sin lugar a dudas más mediáticos y que mas interés despierta seguido a distancia del de Literatura, principalmente porque el público en general puede alcanzar a conocer al galardonado y a los candidatos, a diferencia de los de otras modalidades más específicas como pueden ser el de Medicina, Química o Economía.

En la edición de este año, partían como favoritos principalmente según los diferentes analistas expertos en estos premios, la Canciller alemana, Angela Merkel, el Papa Francisco y el Proceso de Paz que se lleva a cabo en La Habana entre el Gobierno colombiano de Juan Manuel Santos y el grupo narcoterrorista de las FARC cuyo máximo dirigente es Rodrigo Londoño, alias Timoleón Jiménez “Timochenko”.

En Colombia, desde diversos sectores (medios de comunicación, políticos, etc.) habían visto quizás el espaldarazo definitivo al proceso de Paz, en la concesión al Presidente Juan Manuel Santos y a Timochenko, de dicho prestigioso reconocimiento, el más importante a nivel mundial.

Como hemos conocido, el Premio recayó en el Cuarteto Nacional para el Diálogo Nacional en Túnez, una coalición de diversas organizaciones sociales que aglutina a distintos sectores cívicos incluso en algún caso hasta discrepantes entre sí y antagónicos, formado por la patronal empresarial, por el sindicato de los trabajadores, organizaciones de derechos humanos y la colectividad de abogados.

Dichos grupos impulsaron el desarrollo de la democracia en su país tras los acontecimientos de violencia de la llamada “primavera árabe“ unidos bajo un mismo objetivo superando sus divergencias, buscando el supremo objetivo de la paz y la democracia plural en su país, tras la deriva de violencia que asoló a determinados países del Magreb.

Teóricamente, los valores perseguidos por los premiados por la distinción nórdica no difieren mucho de los que teóricamente persiguen la Mesa de diálogos de La Habana entre los negociadores del gobierno colombiano y los de las FARC.

Es más, sin minusvalorar los elevados méritos que concurren en la candidatura tunecina finalmente galardonada, el papel del Proceso de Paz colombiano a priori, es comparable a los "congresos de la paz", mencionados en las últimas voluntades del propio Alfred Nobel como uno de los requisitos para conquistar la gloria oficial más importante del orbe.

No en vano, teóricamente y sin conocer mucho de su contenido, pues poco o nada se ha publicado y de lo sabido ni entre las partes negociadoras se ponen de acuerdo sobre su veracidad, dicen que es el Proceso pacificador que más ha avanzado de todos los intentos habidos en el país latinoamericano para poner fin a un conflicto que dura más de cincuenta años. Pero a pesar de ello ni Santos ni Timochenko han sido finalmente acreedores ni a la medalla de oro con la efigie de Alfred Nobel ni a los más de 800.000 dólares del premio.

Pero cuáles han podido ser las causas de su no concesión.

Varias serían las justificaciones, pero creo que al menos tres han sido las principales.

Una. La desilusión de la comunidad internacional sobre el llamado Acuerdo de Justicia Transicional. Tanto sobre su fondo como en la forma y momento de darlo a conocer.

En cuanto a su fondo, pues es el día de hoy donde las contradicciones y enfrentamientos entre las partes signatarias de dicho Acuerdo de Justicia han arreciado, dejando en evidencia que el tal convenio solamente era sobre unos puntos generales y no sobre sus contenidos concretos y ni siquiera el mismo ha sido publicado pues al parecer todavía existen profundas diferencias en materias tan sensibles como el encuadramiento de delitos como amnistiables, qué se entiende como restricción de libertad en condiciones especiales o la tan preocupante para los narcoterroristas, extradición, entre otros temas.

Todo ello ha conducido a que en los pasados días, las partes se echaran en cara mutuamente su mala fe, dando a a entender la existencia de clara desconfianza sobre qué es lo acordado y qué no es lo acordado. Es evidente, que eso en nada ayuda a la credibilidad de los contenidos y más cuando los Abogados de las FARC declaran que los dirigentes de dicho grupo terrorista no pagarán ni un solo día ni de cárcel ni en granja con vigilancia, manifestando dichos juristas que el concepto de “restricción de libertad en condiciones especiales” es muy amplio y que prevé situaciones de limitaciones de libertad en abstracto refiriéndose a “ situaciones de obligaciones personales “ tales como asistencia e impartición a cursos de reinserción, ejecución de proyectos sociales, etc. en un claro ejemplo de impunidad que pudiera ir en contravención de lo previsto en estos casos por el derecho internacional y en concreto por la Corte Penal internacional para cumplimiento de penas por delitos de lesa humanidad.

Tampoco hay que obviar que a la fecha no existe un compromiso claro de los victimarios de pedir perdón a las víctimas, ni se denota arrepentimiento y ni mucho menos reparación, cuando las FARC es uno de los cárteles de la droga más importantes del mundo y se le estima que tienen acumulados estratosféricos ingresos. Lamentablemente, tampoco hay que olvidar que todavía están muy cercanos en el tiempo, apenas unos meses, los viles asesinatos de militares mientras dormían y que no ha habido ni el más mínimo gesto de liberar secuestrados que todavía tienen en su poder ni a niños reclutados.

En cuanto a la forma y momento de darlo a conocer, estamos asistiendo en los últimos días a una opinión generalizada tanto de analistas políticos locales como internacionales, que posiblemente la publicitación del “ apretón de manos” entre Santos y Timochenko bendecido por Raúl Castro, haya podido ser precipitado, por un lado, pues quizás el citado Acuerdo de Justicia no tenga la suficiente consolidación como para darlo por hecho y oportunista, por otro, pues Santos estaba necesitado tanto de reforzar su imagen, muy deteriorada por cierto tras el conflicto fronterizo con Maduro como de actos de confirmación de que las Negociaciones iban por el buen caminio, lo cual precisaba para darle la mayor transcendencia a su discurso de la Asamblea de la ONU con la repercusión obvia de la visita a Nueva York y Cuba del Papa Francisco. Discurso en el cual también sacó también muy precipitadamente las campanas al aire.

Todo esto ahora está en entredicho y las críticas arrecian tanto en la nación como en el exterior. Asi en España, diferentes medios de comunicación que antes daban pábulo y loas al proceso, ya desconfían del mismo, unido a las declaraciones del expresidente Aznar, otrora adalid de las negociaciones y aliado en el empeño del Presidente Santos, quien ha criticado velada y expresamente el acuerdo de Justicia por igualar a las Fuerzas Armadas y terroristas y por las elevadas dosis de impunidad que contienen. Sólo un Rajoy, en entredicho en España, con su discurso contradictorio, aplicando un doble rasero, con medidas policiales y carcelarias para los etarras, por un lado y apoyando la impunidad de las FARC, por otro, apoya al Presidente Santos junto al protocolario y diplomático apoyo de la izquierda.

Dos. La falta de consenso en Colombia sobre el citado Proceso de Paz. Según las últimas encuestas, casi el 80% de los consultados no quieren la Paz con Impunidad que han diseñado Santos y FARC en La Habana. Ese descontento mayoritario tiene un vehículo político que es el Uribismo. Fenómeno ideológico que representa principalmente el Centro Democrático, partido político fundado por el expresidente de Colombia, Álvaro Uribe Vélez, que lidera la oposición en el Congreso de la nación, pero cuyos seguidores no se agotan en dicha formación sino que Álvaro Uribe sigue teniendo muchos apoyos en otras toldas, como el Partido Conservador, en diversos sectores poblacionales votantes del gubernamental La U y del liberalismo y también en el grupo político del Vicepresidente Vargas Lleras, Cambio Radical, entre otras formaciones.

Ese descontento ciudadano y político sobre lo que se está negociando en La Habana, unido a episodios oscuros de persecución en los que involucran al parecer al Gobierno y a una cuestionada y atípica, Fiscalía General de la Nación, quien actúa mas por impulsos políticos que técnico-jurídicos contra dirigentes uribistas y recientemente contra el propio Álvaro Uribe, no da a entender que el Proceso de Paz avance social y consensuadamente, ante tanta polarización y enfrentamiento existente y más cuando incluso hay diversos enfoques a la hora de diseñar un sistema de refrendación de los acuerdos por el pueblo colombiano que podría rechazarlos en las urnas si la impunidad finalmente es lo que prima.

Es muy clara, la falta de interés por parte del Presidente Santos de recoger las objeciones al proceso, en materia de impunidad y otras, ya expuestas por Uribe y el Centro Democrático.

Y Tres, hay también una razón evidente y que no es otra que el Proceso de Paz no ha terminado. A pesar de que de forma posiblemente oportunista y poco consensuada con las FARC, en palabras del mismo Timochenko, el Presidente Santos ha impuesto que los Acuerdos deben firmarse en Marzo del 2016 como fecha límite.

Todo ello, cuando el principio inalienable aceptado desde un principio por las dos partes al inicio de las negociaciones, es que “ nada está acordado hasta que todo esté acordado “, lo cual significa que en cualquier momento las FARC si se sienten engañadas por el Gobierno puedan bien dar marcha atrás al proceso negociador o bien ralentizarlo sine die.

Estas serían las posibles causas, entre otras que han visto los expertos que conforman el jurado del Premio Nobel de la Paz para desestimar la candidatura del proceso pacificador colombiano y decantarse por la Coalición de organizaciones de la sociedad Civil tunecina unidos a pesar de la discrepancia, ideológica, económica y religiosa.

En cualquier caso, lo preocupante del caso es que Noruega, país que acoge el Premio Nobel de la Paz, como hemos dicho en un principio, es posiblemente el país garante más importante de las Negociaciones de La Habana. Un Premio Nobel de Paz que a pesar de todo el interés gubernamental colombiano no se ha conseguido.

¿Qué faltó entonces para lograrlo?

Ahí dejo esa reflexión.

Coordinador para España del Centro Democrático

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