¿Se desdibuja la Z?

"El papel de los medios es desdibujar, borrar de la memoria, hacer un lavado de cerebro".

Los que leen esta nota al igual que casi todo el mundo, saben quién o qué es La Mona Lisa, pero hasta 1911 no pasaba de ser el retrato de una señora poco atractiva que no despertaba la imaginación.

Dice Donald Sassoon en su libro Mona Lisa, historia de la pintura más famosa del mundo: “Lo que faltaba era un incidente espectacular que fuera noticia. La madrugada del 21 de agosto de 1911, Vincenzo Peruggia, un pintor decorativo que había estado trabajando en el Louvre, dio al cuadro una oportunidad única. Era lunes, día semanal de cierre, Peruggia sacó La Mona Lisa del marco italiano, la guardó debajo de la chaqueta y se la llevó”. Todos los periódicos y revistas francesas le dedicaron páginas completas y el hecho trascendió las fronteras ocupando por un buen tiempo la imaginación de periodistas, escritores, artistas, dramaturgos, políticos, publicistas, industriales, comerciantes, amas de casa, peluqueros, cocineros, barrenderos, guionistas, dadaístas, surrealistas, cineastas, documentalistas, cantantes, pordioseros, es decir, de cualquiera.

La pintura estuvo guardada por varios meses dentro de una caja colocada debajo de la estufa del domicilio de este ladrón de ocasión que no sabía para qué la robó y menos qué hacer con ella, hasta el día que se decidió por llevarla de regreso a su patria natal.

Fue de tal magnitud el impacto de la noticia a la que todos los diarios y revistas que estaban en pleno auge le dedicaron páginas y páginas, que hizo de La Mona Lisa la obra de arte de mayor reconocimiento de la historia universal, sin ninguna duda, y convirtió a su autor en el artista más importante de todos los tiempos superando a sus rivales del Renacimiento. De él todos sabemos su nombre desde niños y nunca lo olvidaremos, Con seguridad nuestros hijos, nietos, bisnietos, tataranietos y choznos también tendrán presente a Leonardo Da Vinci.

En Colombia acaba de producirse un robo de dimensiones colosales y nadie parece percatarse. Acá también el papel de los medios juega un papel de primera línea pero en sentido contrario al del robo en el Louvre un siglo atrás. Desdibujar, borrar de la memoria, hacer un lavado de cerebro, una lobotomía, lo que sea con tal de que ese vergonzoso hecho no quede en la historia de nuestra querida Colombia.

Para esto cualquier esfuerzo es válido, cada ‘jamestuoso’ gol en el mundial les facilita las cosas. El país se puede estar incendiando y no importa, Juampa se va a disfrutar del partido del viernes. Sube la gasolina y no importa, atentan contra los feligreses y el cura en una misa y no importa, riegan el petróleo de cuarenta carrotanques y no importa, secuestran, asesinan, dejan sin piernas a inocentes campesinos y a valientes soldados y no importa, el país va a la quiebra y no importa, ¿entonces qué diablos importa que se roben una o mil elecciones? ¿Y a quién le puede importar? ¿Es qué alguien se acuerda de un tal Óscar Iván Zuluaga? ¿O de la Z? ¿O del loquito de los twitters? Para eso hay fútbol, para pasar la página.

Pero que página tan pesada la que tendremos que pasar, si el mapa es el territorio esta página es del tamaño del país ¿Quien la podrá levantar? Si acaso intentarán taparla pero ¿con goles? El mundial se acabará muy pronto y así llegue la selección a la final la fiebre se pasará como pasa una borrachera y quedará la resaca ¡y qué resaca!, Al despertar no estará el dinosaurio ni el elefante ahí, sino el mamut  de la corrupción que se implantó de manera tan desproporcionada para cometer el gran fraude.

Los intentos de los medios por borrar la infamia cometida a siete millones de compatriotas y a sus familias, pero también a los que se prestaron para el fraude porque “la culpa no es del cerdo sino del que lo alimenta” como dijo Facundo Cabral, y los de desdibujar la imagen de quien se propuso como un candidato que se atrevió a devolverle la esperanza a su pueblo y que se perfilaba como un estadista del que se podía esperar un gobierno para todos que devolviera al país a la ruta del progreso y poder tener el orgullo de contar con un gobernante digno y trabajador, apenas alcanzarán para dejar un velo que el tiempo irá retirando.

Los borrones que se hacen en el libro de la historia mientras se está escribiendo, son tan sólo pasajeros. La historia se escribe con tinta indeleble y esta afrenta a la democracia quedará como una deuda pendiente que tarde o temprano se cobrará.

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