Sea guerrillero, ser decente es para los pendejos

Todo está perdido cuando los malos sirven de ejemplo y los buenos de mofa”. Demócrates.

Algunos periodistas, políticos y “académicos” defensores del actual proceso de impunipaz a cambio de contratos multimillonarios; los ingenuos que por el deseo de estar supuestamente en paz, la confunden con el apaciguamiento; algunos empresarios que por no afectar sus “balances” o verse perseguidos por el Gobierno, lo aplauden cuando dice falsamente que la ley y la institucionalidad no se están entregando; el episcopado colombiano que se llenó de discípulos de la Teoría de la Liberación y confundió a los lobos con las ovejas; y los extranjeros que hablan sin saber lo que dicen y apoyan un proceso perverso, pues no van a pagar las consecuencias; todos afirman que la “paz” tiene que hacerse “como sea” y que el precio no importa porque la guerra ya nos ha costado mucho.

Sordos y ciegos se vuelven los apaciguadores al negar que cuando alguien amenaza con seguir matando, robando, secuestrando, violando niñas y traficando drogas si no se le da impunidad, puestos en el Senado a sus cabecillas, salario tres veces mayor al mínimo para todos sus integrantes y territorios libres de la ley y de las fuerzas militares, eso se llama EXTORSIÓN aquí y en cualquier parte del mundo, así el Gobierno lo llame PAZ.

Pero no quieren hablar del costo futuro que tendrá el actual proceso de impunidad para este país y para los colombianos que apenas empiezan a vivir o todavía no nacen. El costo futuro de una mala paz es miles de veces superior al costo de 50 años de tortura que ya hemos padecido.

Por limitación de espacio solo mencionaré parte de ese costo, aunque para una sociedad digna sería suficiente para rechazar la perversidad que se está cocinando entre el Palacio de Nariño y La Habana.

¿Será que los hijos les van a creer a sus padres cuando les digan que hay que ser decentes, esforzarse, cumplir la ley y hacer el bien, y vean que quien hizo todo lo contrario, mató, robó, secuestró, violó, amarró gente a árboles durante años, encerró personas con alambre de púas en la selva para que se la comieran los zancudos y los hongos, explotó una iglesia con campesinos adentro; ahora va a quedar libre, rico y haciendo las leyes?

¿Los que somos profesores cómo vamos a convencer a los estudiantes de que estudien, se preparen para trabajar y no hagan trampa, si a los “pendejos” que sigan por este camino, si consiguen empleo, les van a pagar menos que a los que trafican drogas y secuestran?

¿Por qué van a seguir batallando nuestros soldados si ahora resultó que quienes los dejaron mutilados no cometieron ningún delito, las víctimas no son de las Farc sino “del conflicto” y la culpa no es de ellos sino que se diluyó entre “todos”?

Si convertir lo malo en bueno no es el mayor costo para una sociedad, entonces lo peor ya sucedió y dejamos que pasara por cobardes. Por la verdadera paz de Colombia, vote NO en el plebiscito tramposo.

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