Sobre ‘la justeza del secuestro’

"La Doctrina de la Seguridad Democrática cambió el comportamiento de la fuerza pública y de los ciudadanos."

Ya está circulado en España el último libro de Edurne Uriarte, Desmontando el progresismo (La Izquierda en sus cavernas). Hay que hacer hasta lo imposible para que una editorial colombiana la edite. Semejante carga de profundidad teórica será muy útil en la tarea de enfrentar la catástrofe que se nos vino encima: la resurrección política de las Farc.

Sin teoría política es imposible entender los hechos políticos. Un observador ingenuo ve cosas, pero no las ata, no las asocia. Al contrario, un analista político observa cada hecho aparentemente aislado y descubre unas constantes que le permiten deducir la estrategia en la que encaja ese hecho. Pongamos un ejemplo.

Ayer, en Medellín, en un almuerzo con los jóvenes del Centro de Pensamiento Primero Colombia, quienes me invitaron a celebrar el éxito que se apuntaron con su convocatoria a la conferencia del presidente Uribe en la Universidad Autónoma Latinoamericana-Unaula, oí un comentario, como casual, como intrascendente: "En Cundinamarca, límites con Tolima, secuestraron a fulano de tal". El nombre de la víctima y el sitio del secuestro parecían increíbles. ¡¿Un importante empresario secuestrado en las goteras de Bogotá?! El estudiante cree describir un hecho aislado, una simple acción criminal contra cierta persona de relieve. Un analista del acontecer nacional, en cambio, tiene elementos teóricos para desarrollar un proceso mental distinto. Lo primero que hace es preguntas pertinentes: 1) ¿fue un hecho casual, un "secuestro exprés", o se tratará de la acción planeada de una organización? 2) ¿Hay antecedentes históricos de presencia de organizaciones criminales en la zona del secuestro? 3) ¿Se están reorganizando esas facciones criminales? 4) ¿Cuentan los secuestradores con "bases de apoyo" campesinas para mantener a buen recaudo y por tiempo indeterminado a los secuestrados?

Dirigentes de la zona del secuestro aclararon el panorama. Informan que las Farc se están reorganizando en Bogotá, Cundinamarca y Tolima; y que el secuestro del empresario es, seguramente, el primero de decenas de nuevos crímenes que protagonizarán las Farc para financiar sus actividades terroristas. Nadie que tenga dinero podrá volver tranquilo a su finca en la zona dicha, pues, a lo mejor, podría estar en una lista nefanda de "secuestrables".

Ese analista sabe, también, que en el 2009 las Farc ya habían intentado regresar a Cundinamarca después de su derrota del 2004; que enviaron fuerte contingente de guerrilleros al mando del 'Negro Antonio', el 'zar del secuestro', pero que fueron capturados. La justicia, inexplicablemente (mentiras, ¡qué bah!, por razones bien conocidas), liberó a casi todos. Libres, volvieron a 'enguerrillerarse' y son, muy seguramente, los protagonistas de la nueva campaña de secuestros que comentó, de manera casual, sin darle trascendencia, nuestro joven contertulio en Medellín.

Y si quieren saber si en la zona podría haber o no apoyo a la banda secuestradora, basta recordar que el Secretario General de Fensuagro fue uno de los sujetos capturados al lado del 'Negro Antonio'.

Vuelvo a Edurne Uriarte y a la teoría. La doctrina de la Seguridad Democrática cambió el comportamiento de la Fuerza Pública y de los ciudadanos. Hizo comprender que es justo, patriótico y heroico combatir a los secuestradores. Los ciudadanos partidarios de la Seguridad Democrática piensan que es legítimo cooperar con la Fuerza Pública en la lucha contra el crimen. En cambio, los "progresistas" que hoy nos gobiernan, la izquierda de las cavernas de la que habla Uriarte, cree que las Farc son imbatibles y que el secuestro no es, tampoco, tan malo. De hecho, un columnista y asesor del gobierno escribió: "Yo mismo me había convencido de la justeza y de la eficacia del secuestro (…)".

Artículo de José Obdulio Gaviria
Publicado en El Tiempo, 14/08/2012

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