Solo piensan en oro y su bolsillo

En medio de mi limitación física, me he trasladado a varios barrios de Florencia, en donde se barajan nombres para tomar una decisión política en cuanto a aspirantes a gobernación, alcaldía, asamblea y concejo municipal que apunte al bienestar de la comunidad, en donde no haya más cabida para la burla, y la traición; lastimosamente he podido constatar el  caos, anarquía, violencia, robos en moto con mujer parrillera, atracos a mano armada en nuestra querida capital caqueteña.

No hay una zona en especial, por todos los barrios se ha hecho común escuchar la expresión “atracaron uno ahí” “le pegaron una puñalada o un tiro para robarle”. Tanta es la intimidación, que hay quienes afirman estar acostumbrados a los gritos de los que tratando de salvar sus vidas,  les entregan  sus pertenencias a estos delincuentes incluso,  antes de que les apunten con un arma que bien podría ser un simple juguete.

La triste verdad, siete candidatos a la alcaldía de Florencia, se ven sedes suntuosas, otros, osados populistas mentirosos, sustentan su poder en los mitos y falsas esperanzas que siembran entre mayorías empobrecidas.

Sería más fácil no decir nada, ver todo perfecto y así hacerlo creer; aplaudir una virtud inexistente, ser un periodista sin opinión y color, maleable y hábil para complacer a todos los chanchulleros.

Sería más fácil, sí, pero algunos no podemos, intentamos, le damos vueltas a la idea pero al final se nos viene arriba la inexorable realidad de nuestro señorío.

De los siete aspirantes a la alcaldía se salvan dos, los demás son mitómanos, pretenden chantajearte, te dicen una cosa y en verdad es otra, nunca miran de frente, se burlan de ti, mienten, igual actúan sus coordinadores; todos están cortados por la misma tijera, confundiendo a Florencia con una caricatura.

Una cosa es lo que expresan y otra su manera de actuar, solo piensan convertir en oro todo cuanto tocan para su bienestar personal. La jauría encabezada por Antonio Serrano, Germán Medina y Arnulfo Gasca y del otro lado los “inmaculados” jefes del Mira, todos alcahueteando la deshonestidad, con sonrisa farisaica, y los bolsillos llenos, sin importarles para nada la suerte de Florencia y el Caquetá, tratándonos como a masoquistas, vislumbrando en su horizonte el verdadero infierno de Dante.

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