Son muchos los sapos que nos va a tocar tragar…

Como afirma el Presidente Santos, en aras de la paz son muchos los sapos que nos va a tocar tragar.

Pero dicho lo anterior, no puedo ocultar que no obstante formar parte del 68% de los colombianos que apoyan los diálogos de paz, en recurrentes pesadillas sueño que no todos estos sapos se van a deglutir con facilidad.

Me explico: Tragarse un sapo conlleva un número importante de pasos. En primer lugar, a los batracios hay que masticarlos y, mezclándolos con la saliva, macerarlos. De la boca, pasando por la laringe y el esófago, terminan en el estómago y allí, ayudados por ácidos, logra uno degradarlos y pasarlos al intestino delgado. Lo que queda del sapo termina directamente en el hígado, órgano que finalmente es el que filtra el batracio. La parte del sapo no asimilable pasa al intestino grueso y será eliminada como heces. Las sustancias solubles en agua son excretadas en forma de orina una vez filtradas por los riñones. Es decir, el sapo (de las Farc) termina donde originalmente ha debido llegar: en el inodoro.

Como el lector podrá asimilar, la tarea de tragarse un sapo no es fácil; y por lo tanto son entendibles las siguientes pesadillas que tiene este columnista en torno a tragar estos batracios:

¿Será que el sapo de que los excomandantes guerrilleros (responsables de miles de asesinatos y metidos en el narcotráfico hasta el cogote) no pagarán cárcel se va a quedar enredado en alguna de las partes de la laringe, ya sea la epiglotis o en una de las cuerdas vocales, viéndonos forzados a hacernos una laringectomía para que baje?

¿Será que el sapo de la impunidad para los secuestradores cuando entre en contacto con la mucosa que forma parte del esófago tendrá serios problemas, ya que esta mucosa no está preparada para aguantar la acción corrosiva de estos criminales batracios, generándose irritaciones y lesiones en esta parte del aparato digestivo?

¿Será que el sapo de la participación política de los terroristas sin dejar las armas, incluyendo el regalo de una constituyente amañada por personajes escogidos a dedo por las Farc, seguirá el cauce normal de descender por el esófago hacia el estómago?

¿Será que el sapo de tener a los terroristas disfrutando de un control político y militar en amplios territorios bajo las figuras de “circunscripciones especiales de paz”, “zonas de reserva campesina” y “zonas cocaleras” va a obstaculizar el proceso de digestión que tiene el objetivo de “achicar” al sapo, hasta un punto tal que resulte asimilable por el hígado?

Hay, sin embargo, un sapo gigante, un verdadero leviatán, con el nombre científico de “Beelzebufo ampigna” (en latín “Beelze” significa demonio, “bufo” quiere decir sapo y “ampigna” significa escudo), que los colombianos no vamos a tragar. Este sapo es la peregrina pretensión de los terroristas y sus áulicos en las ONG en el sentido de que sólo por el hecho de haber sido terroristas están por encima de la ley. Esto es lo que pretende Petro; y obviamente es lo que van a exigir las Farc. Porque a la postre podemos terminar como el cerdo Napoleón en la inmortal sátira de Orwell, La granja de los animales, en que el único mandamiento que queda por escrito es: “Todos los animales son iguales, pero algunos animales son más iguales que los otros”. Dicho de otra forma, lo que pretenden las Farc es que ‘unos sapos sean más iguales que los otros’.

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