Supermán en Colombia

Por cuenta de Semana, el escándalo volvió a ser el tal ‘hácker’. Un fenomenal enredo que nace de delaciones hechas por personas discutibles y con intenciones de usarlas con propósitos políticos.

El lío no puede ser más fabuloso. Un señor rarísimo que trafica con información es convertido en voz autorizada para delatar la conspiración más grande de que se tenga noticia en Colombia. Su gran valor está en que fue contratado por la campaña de Óscar Iván Zuluaga, quien representó la oposición al Gobierno y a su reelección, y a su vez fue grabado de manera subrepticia e ilegal por el mismo ‘hácker’, Andrés Sepúlveda, como lo reveló Semana.

Allí se convirtió en fuente de noticias. Que espió a la delegación oficial en los diálogos de La Habana. Que interceptó a la CIA. Que se metió en los correos de las Farc. Que tuvo relación con la operación Andrómeda. Que la inteligencia militar lo apoyó. Que tiene acceso a los aviones espías de los Estados Unidos. Semejante chiva fue complementada con la información sobre la forma en que lo capturaron, sobre sus divergencias con algunos de sus colegas y socios, un ecuatoriano y otro colombiano, quienes en su momento dieron informaciones confusas y contradictorias.

Pasadas las elecciones, todo se calmó. Y llegaron las sesiones en el Congreso, lo que significó la aparición del partido Centro Democrático en el Legislativo. Es decir, la oposición. Y reventó el nuevo escándalo, también publicado por Semana. Esta vez, la Fiscalía se muestra sorprendida e indignada por que se entrevistó al sujeto “a sus espaldas”. Y Sepúlveda se despachó de nuevo.

Esta vez, el señor aumentó las sospechas sobre casi todos los integrantes del partido de Álvaro Uribe Vélez, incluyendo a su jefe. El denunciante incluyó hasta a la señora María Fernanda Cabal, y a la contralora Sandra Morrelli. ¿Cómo no hacerlo si son las protagonistas del momento? Y volvió a Andrómeda. Y dijo que lo iban a matar. Y siguió diciendo cosas que a veces son incoherentes. Al final, hasta el presidente Santos calificó lo dicho por Sepúlveda como “una empresa criminal”, sin esperar a que la Fiscalía, o la Policía o hasta el Ejército, le dieran credibilidad.

Así, quedaron en entredicho las siguientes entidades y personas: el Centro Democrático, su excandidato y presidente Óscar Iván Zuluaga. El expresidente Uribe. La representante Cabal. La inteligencia del Ejército y de la Policía. La Contraloría General de la República. El asesor alias J.J. Rendón. El asesor y ex consejero del Presidente, Chica. La CIA. La DEA. El Comando Sur del Ejército de los Estados Unidos. Barack Obama, comandante del Ejército de los Estados Unidos. La mujer de Sepúlveda. Sepúlveda. Los socios de Sepúlveda. Los policías que vendían información a Sepúlveda.

Y los delitos, ni se diga: traición a la patria. Espionaje. Asociación para delinquir. Violación de la correspondencia privada. Violación de la correspondencia pública. Revelación de secretos militares. Más espionaje. Más traición a la patria.

Mejor dicho, al darle credibilidad a un personaje que su sola presencia despierta muchas dudas, Sepúlveda no es un hácker: es Supermán. Ante tanta cosa, estoy de acuerdo con lo dicho por la senadora Claudia López: “Increíble que le dediquen tal cantidad de horas y espacio a un tipo que dice que espía a la DEA, aviones gringos y La Habana desde su portátil”.

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