Tú te metiste…

En vez de asumir su responsabilidad histórica, el Presidente decidió recostarse en la gente.

Una anécdota de la política costeña cuenta que un cacique que se las daba de culto se aventuró en un discurso a citar al filósofo francés Jean-Jacques Rousseau. Pero se le enredó la lengua al pronunciar el nombre del autor de ‘El contrato social’ y como no lo lograba, un manifestante le gritó: “Tú te metiste, tú te sales…”. Las carcajadas resonaron en la plaza.

Al presidente Juan Manuel Santos le ocurre algo similar con lo del plebiscito sobre los acuerdos con las Farc. Él solito se metió cuando hace dos años ofreció someter esos acuerdos a una refrendación popular. Y ahora, cuando dicen que la firma está de un cacho, el proceso tiene que presentar un examen del que puede salir rajado. Según algunas encuestas, el ‘No’ a los acuerdos lleva unos puntos de ventaja frente al ‘Sí’.

Es fácil suponer que gracias a la mermelada y a la avalancha publicitaria y de contratos (el Fondepaz ha gastado este año más de $ 28.000 millones, según reveló las2orillas.com) el ‘Sí’ termine ganando. Pero además de ganar, tiene que obtener más de 4,5 millones de votos (13 % del censo electoral), algo sencillo en elecciones regulares, cuando la maquinaria se moviliza, que se pone cuesta arriba en una votación atípica.

Y eso que, en una de las trampas del Gobierno y sus mayorías en el Congreso en este proceso, el umbral fue reducido. Antes, el plebiscito solo valía si los votos por el ‘Sí’ y por el ‘No’ sumaban, juntos, el 50 % del censo electoral, unos 18 millones de votos. Ahora, con un umbral del 13 % para los votos por el ‘Sí’, basta con que esa opción gane y supere ese porcentaje. Las trampas continúan: para ganar tiempo, el Gobierno acaba de decir que no hará falta que los acuerdos estén firmados para que el plebiscito inicie su trámite.

Aunque la imagen de la negociación ha mejorado un poco, las encuestas muestran que dos de cada tres colombianos se oponen a las grandes ganancias de las Farc: que sus comandantes, responsables –al igual que los paramilitares– de los crímenes más atroces de la historia del país, no paguen cárcel, y que puedan ser elegidos alcaldes, congresistas y hasta presidentes.

Como el panorama no está despejado, el presidente Santos y el expresidente César Gaviria, jefe de campaña del ‘Sí’, han caído en la tentación de usar el miedo. Que si gana el ‘No’ los guerrilleros de las Farc volverán al monte, ha dicho Gaviria. Que si gana el ‘No’ las Farc lanzarán una ofensiva terrorista en las ciudades, ha sostenido Santos. Y se supone que el miedo era monopolio del expresidente Álvaro Uribe.

Santos y Gaviria se equivocan. En los plebiscitos, vender un sueño –más allá de si es realizable– es mejor que asustar con desastres. Lo comprobó el dictador chileno Augusto Pinochet en 1988, cuando sometió a plebiscito su permanencia en el poder. Mientras que los opositores vendieron el sueño de un país en democracia, el dictador se centró en el miedo al caos. Perdió. Este año, en Gran Bretaña, los promotores del ‘brexit’ vendieron el sueño –falso, por cierto– de liberar a su país del yugo de la Unión Europea, mientras los defensores de seguir en ella amenazaron con los desastres que implicaría salirse. Ganaron los del sueño.

El Presidente cometió un error. En vez de asumir, como le corresponde según la Constitución, la entera responsabilidad histórica del acuerdo con las Farc, optó por recostarse en la gente. Y en una de esas, la gente no se anima a servirle de sostén. Tú te metiste, tú te sales, le dirían en la plaza.

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Al revés. Qué bueno que el nuevo Fiscal vaya a revisar el caso Premium, donde los grandes responsables, Juan Carlos Ortiz y Tomás Jaramillo, pueden quedar libres por denunciarse mutuamente y denunciar a sus subalternos. La política de sometimiento es para que los mandos medios denuncien a los jefes. No al revés.

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