Un rotundo no al crimen del silencio

Lo ha dicho Jose Martí, el patriota y pensador cubano con su potente y certero verbo que invita a la reflexión y a la acción: "El que presencia un crimen en silencio, lo comete".

¿Cuantos hombres y mujeres en nuestro aquí, y ahora, nos sentimos interpelados por esta verdad del tamaño de una catedral, especialmente cuando pensamos en el caso de Venezuela?

Evidentemente, no basta con indignarnos y sentir lástima por las víctimas de las atrocidades que continúa cometiendo el régimen totalitario de Nicolás Maduro y su Guardia Nacional de Venezuela que, curiosamente, lleva el mismo nombre que el de la asociación para delinquir de la que se valió Somoza para implantar su dictadura de cuarenta años en Nicaragua. No cabe duda de que hace falta algo más que sentir compasión, y que es factible acompañar este noble sentimiento con acciones de solidaridad capaces de acabar con la ridícula arrogancia y la corrupción, que caracteriza a todos los dictadores y sus secuaces de todos los tiempos. Estas acciones ya se  han puesto en marcha, pero hace falta más para potenciar y ensanchar sus alcances.

En estos tiempos en que la tecnología comunicacional permite la auto-convocatoria de los pueblos para activar la democracia participativa y exigir el respeto de sus derechos constitucionales, es igualmente factible potenciarla masivamente a nivel global, divulgando y apoyando la consecución de esos elevados objetivos, ya que  pertenecen a toda la humanidad. Para ello, como paso inicial, tan sólo basta unirse a la creciente red electrónica de ciudadanos y ciudadanas del mundo, dispuestos a no  presenciar más en silencio  los crímenes que se cometen contra ese país hermano, y así dejar de ser, por omisión, cómplices de los mismos, como lo sentencia  lapidariamente Martí. La eficiencia y eficacia de esta estrategia radica no sólo en el hecho de tornar inútiles los costosos aparatos de espionaje y de represión armada en que se sustenta el poder dictatorial, sino en que el  propio secretismo, que subyace como filosofía a esta concepción del poder totalitario, queda hecho añicos.

Ahora, como quedó demostrado en la "Primavera Árabe", y confirmado en Ucrania y Venezuela, cuando el poder no escucha, la calle lucha. Y, cabe agregar: nadie tiene el monopolio de las calles y plazas del mundo, cuando se trata de la lucha por la libertad, la democracia y los derechos humanos. Para comprender esto no hace falta recurrir a elaborados análisis, pues son realidades escritas por los hechos. Se trata de una simple constatación histórica, sociológica y política, que la pueden entender hasta los más débiles de mente y, de manera especial, aquéllos/aquéllas a quienes ya les resulta imposible continuar fingiendo demencia, porque saben que ojos vecinales, e internacionales, ya conocen los escondrijos donde ocultan las evidencias de estar penetrados hasta los tuétanos por la corrupción. Y con esta verdad a la vista, al persistir en su afán de auto proclamarse "revolucionarios" no hacen más que sumar lo grotesco a lo ridículo.

Pero bien, allá de los arrogantes que creen poder continuar tapando el sol con un dedo. Mientras tanto, hombro a hombro con otras fuerzas democráticas, los demócratas cristianos/socialcristianos del mundo seguiremos estando presentes en todos los espacios de lucha pacífica por el reconocimiento y el respeto de la dignidad y el bien común de los pueblos. Hoy, sin duda, formamos parte militante e inseparable de los auto-convocados a la lucha solidaria por la dignidad y la justicia que reclama, con todo su derecho, el hermano pueblo venezolano.

El autor fue Presidente del Partido Socialcristiano (PSC) durante la lucha contra la dictadura somocista en Nicaragua. Actualmente es miembro de la Unión Demócrata Cristiana (UDC).

r.mirandagomez@yahoo.com

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