Una guerra de niños

Hoy se celebra en el mundo el Día Internacional Contra el Reclutamiento Forzado de Menores, la ONU calcula que en todo el planeta hay unos 300.000 niños, y adolescentes en esta situación. Reclutar menores de edad para la guerra supone el doble crimen de arriesgar su vida en la confrontación y -peor- robarles una parte fundamental de su vida, exponiéndolos a la muerte y la destrucción, lanzándolos en la locura de los violentos que se hacen llamar “comandantes”, de los cabecillas y criminales que pretenden que sus fines autoricen sus medios.

Colombia ha peleado una guerra de niños, o mejor, una guerra que los violentos han descargado en las espaldas de menores de edad obligados a portar armas y enfrentarse por el capricho asesino de sus reclutadores. Los niños han sido víctimas de las minas antipersonal (1.003 casos hasta 2013), y el desplazamiento forzado (más de un millón setecientos mil, según el ICBF), con esa injusta y criminal sevicia que la guerra suele tener sobre los más débiles.

De igual forma, el reclutamiento se ha utilizado intensivamente como herramienta de guerra y control por parte de algunos grupos armados ilegales, particularmente las Farc. Por un lado, para aumentar rápidamente el tamaño de sus filas, pero también como instrumento de sometimiento para las poblaciones rurales expuestas a sus arbitrariedades.

Así, entre los años 2002 y 2014, se desvincularon 4.086 niños, y adolescentes de grupos armados ilegales en el país. De ese grupo, el 71,3% tenía 16 o 17 años, y el 28,9% eran mujeres. Solo en 2014, se desvincularon 278. El departamento con más desvinculaciones ha sido Antioquia, con 506 (12,4% del total), seguido por Caquetá con 362 (8,8%), y el Meta con 316 (7,7%), en este periodo de tiempo.

De acuerdo a cifras del ICBF, el 60% de los menores desvinculados de grupos armados ilegales entre 1999 y 2013 habían sido reclutados forzosamente por las Farc. En 2013, otro informe del ICBF señalaba que al menos 18.000 niños, y adolescentes integraban las filas de los grupos armados ilegales, y calculaba que 42 % de las Farc y el 44 % del Eln estaba constituido por menores de edad.

Al respecto, el Ministerio de Defensa implementa desde 2011 el programa “Basta, aquí soy libre”, en siete zonas priorizadas y siete secundarias del Plan Espada de Honor. El programa interviene por medio de campañas comunicacionales diseñadas para abordar asuntos como la violencia intrafamiliar, la falta de espacios recreativos y el fortalecimiento del tejido social, pero también se ha configurado alrededor de intervenciones directas. Esta labor ha resultado fundamental, pues 169 de las 278 desvinculaciones de 2013 se dieron gracias al Ejército Nacional.

En el siguiente eslabón de la cadena, el ICBF ha desplegado una importante oferta para atender a más de 5.400 niños, y adolescentes desvinculados desde 1999 hasta la fecha. El esfuerzo ha sido importante y ha garantizado que los niños que logran desvincularse –por acción personal o de las instituciones del Estado- escapen de la guerra.

Todas estas son cifras y acciones sobre el reclutamiento rural, aunque una situación igual de compleja –y poco estudiada- se presenta en las zonas urbanas, donde bandas criminales y grupos delincuenciales también reclutan menores y curiosamente, la institucionalidad parece menos dispuesta a intervenir.

Que este día sea entonces la excusa para que todos los colombianos reflexionemos sobre las consecuencias para el país de esta realidad y presionemos a nuestros políticos y representantes para más y mejores acciones de prevención del reclutamiento forzado y atención de sus víctimas.

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