Vendrán otros zikas

Más que el fallo de la Corte que impide la minería en páramos, lo inquietante es que se hubiese permitido, así como sin mayores estudios se avanza en la agroindustria de la Orinoquia transformando un paisaje rico, o en el proyecto de hacer navegable el río Magdalena contra viento y marea y en la urbanización de la reserva Thomas van der Hammen, esperanza ambiental de Bogotá.

La naturaleza no tiene afán. La epidemia del zika no es más que consecuencia de la degradación del ambiente.

Del virus había advertido un paper de 2009 producido por investigadores del Centro Mundial de Referencia sobre la Emergencia de Virus y Arbovirus de la Universidad de Texas que lo venía estudiando, como estudia algunos con nombres raros, el Oropouche o el Mayaro, que en cualquier momento pueden empezar su actuación. Nadie prestó atención a la advertencia.

Los expertos del Centro son claros en que es creciente el peligro de virus emergentes, más en un mundo en el que viajar es fácil y en el que el cambio climático galopa montado por mosquitos que se divierten con ambientes adecuados para prosperar. Nuevas enfermedades se camuflarán detrás de infecciones ya conocidas, agravando el cuadro de quienes las sufran. No se sabe cuándo habrá un nuevo golpe.

El zika, dicen investigadores, es el último ejemplo de cómo la alteración medioambiental empodera distintos organismos portadores de enfermedades.

Una alteración que comienza con la urbanización creciente no planificada, llena de asentamientos con aguas estancadas en recipientes, único medio de reproducción del Aedes aegypti transmisor de este virus, del dengue y el chikungunya, una verdadera “cucaracha del mundo de los mosquitos”, como lo llama Durland Fish, profesor de Yale.

Las basuras, la construcción de estanques y la elevada deforestación que modifica la temperatura local, han contribuido a esta nueva emergencia de virus que comienzan a preocupar a los científicos.

No los escucharán. Toda nueva gran obra, por norma sin estudios serios en el país, es aplaudida por una dirigencia política, económica y social y una ciudadanía carentes del mínimo sentido crítico y un desconocimiento de las bases científicas sobre las que se debe basar el desarrollo. Retrasa y encarece, dicen. (Ya se dio el caso de una Pine modificada para obviar requerimientos).

Luego pagamos las consecuencias. El zika es solo una más.

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