Venezuela, enferma

La depresión de la economía venezolana se amplía a servicios esenciales como la salud. La escasez de medicamentos es del 80%. Más sufrimientos para un vecino en Emergencia Sanitaria.

La Asamblea Nacional de Venezuela no tuvo otra alternativa que declarar la Emergencia Sanitaria que, además de intentar resolver la escasez de medicamentos y la consecuente crisis en salud de sus ciudadanos, es una sanción moral y política obligada al régimen deNicolás Maduro.

La deficiente gestión económica del gobierno, la caída vertiginosa de los precios del petróleo y la hiperinflación ya no solo cercenan las condiciones salariales y alimentarias de la gente sino que ahora amenazan de gravedad la atención, los controles y la prevención de enfermedades.

No se consiguen drogas para el cáncer y la hipertensión. Tampoco analgésicos, “pastillas del día después” o condones, justo cuando el zika asoma sus agujas y, según avanzan las investigaciones y la alerta de propagación del virus, pone en riesgo de microcefalia a los bebés en gestación y de síndrome de Guillaine Barré al resto de la población adulta.

El tema pasaría como de normal importancia para los colombianos si no fuese porque Venezuela es un potencial exportador de enfermedades contagiosas a territorio nacional. Eso lo saben y lo han advertido ya las autoridades de salud de nuestro país.

Por supuesto tal situación no debe minimizar la solidaridad con una nación que desde 2009 registra paulatinas oleadas de escasez en todos los frentes de productos y servicios. Han faltado harina para las panaderías, repuestos para los vehículos, papel higiénico y otros elementos indispensables de aseo. Sobran, eso sí, anaqueles vacíos.

Recordamos una crónica aparecida en este diario que retrataba a los venezolanos sobrecogidos en un supermercado de Medellín al ver tanta cantidad y variedad de productos, a valores accesibles.

“Los precios se han distanciado kilómetros de los salarios”, observó una docente de posgrado y maestrías en una nota aparecida en este diario.

Se trata de un circuito económico que debido a la escasez hoy está en manos de los especuladores, de los revendedores callejeros y apenas aliviado por las pocas oportunidades que tienen algunos venezolanos de que familiares o amigos les envíen medicamentos y otros productos de primera necesidad desde Colombia, Panamá, Estados Unidos o España, entre otros.

El propio presidente de la Federación Farmacéutica Venezolana acepta, por ejemplo, que en enero debían tener 45 millones de unidades de anticonceptivos, pero apenas hay 9 millones.

Faltan en esa larga lista tarros de leche para los bebés, sueros y antibióticos. Por fuerza de este déficit tremendo el sistema de salud empieza su tránsito a un colapso asegurado. Y el riesgo mayúsculo es el aumento de las muertes por falta de atención oportuna y adecuada y medicamentos.

Las citas y exámenes médicos están represados y no hay acceso a la lista básica de medicinas de la Organización Mundial de la Salud (OMS). Venezuela se enferma y los organismos gubernamentales son incapaces de proveer los “anticuerpos” requeridos en materia de tratamientos y de medicación indispensables.

La Asamblea Nacional, con este diagnóstico, tuvo que llamar la atención de Nicolás Maduroy en general del Ejecutivo, y así mismo de los gobiernos y organismos multilaterales del continente, para paliar una crisis en salud que tiene en suma vulnerabilidad a las familias venezolanas.

Cómo aterra ver un país que pasó de la abundancia a una orfandad en la que palidece incluso el sistema de salud.

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