Víctimas de proceso colombiano piden gestos de paz

Un alto militar colombiano que estuvo en manos de los rebeldes casi 12 años se entrevistó con sus captores y les exigió gestos concretos de su voluntad de paz, mientras una dirigente política exhortó al gobierno a hacerse eco del llamado de los guerrilleros para un cese al fuego bilateral que termine con los muertos.

El general Luis Mendieta y la ex candidata presidencial Aida Avella formaron parte de la tercera delegación de víctimas del proceso que se entrevistaron con los líderes de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) y delegados del presidente Juan Manuel Santos, que adelantan en Cuba conversaciones de paz.

"Creeré en el proceso de paz cuando se comiencen con hechos verdaderos. Hasta el momento… se queda en buenas intenciones", dijo Mendieta el jueves a los periodistas tras la reunión con la mesa de diálogo. El militar es el oficial de más alto rango que se presenta como víctima de los guerrilleros.

Mendieta contó que las víctimas presentaron sus casos ante las partes. "Relatos dolorosos, crueles de esas experiencias por ellos vividas, y aparte de eso vi lágrimas en algunos de los asistentes, dado la situación tan dura".

Las víctimas intentan ser una representación de los 6 millones de personas que fueron afectados en más de 50 años de guerra en el país por los partes en conflicto, el propio estado, los paramilitares o la guerrilla.

Otras dos delegaciones de 12 personas cada una, como la presente, viajaron en semanas anteriores.

"Lamento profundamente que estos testimonios no sean vistos por todo el país", reclamó por su parte Avella, quien fue dirigente de la Unión Patriótica, una fuerza política desarticulada tras la desaparición de centenares de sus miembros y el ataque a decenas de ellos por parte de paramilitares.

"Un estado que garantice la paz tiene que saber garantizar la vida de los que combatieron y son capaces de entrar a la vida civil, pero también de todos los ciudadanos", expresó la mujer, quien dijo que estaba de favor de que el gobierno también diera una señal de paz y aceptara la propuesta guerrillera de un cese bilateral al fuego. "En lo que estamos de acuerdo es que en el país no haya más muertos".

Mendieta y Avella representan polos opuestos del pensamiento político en Colombia, pero aceptaron la propuesta de las Naciones Unidas y la Iglesia para viajar a la isla en el marco de las conversaciones iniciadas a finales de 2012 en base a una agenda prestablecida de seis puntos.

Actualmente las partes discuten el punto de resarcimiento a las víctimas. Anteriormente llegaron a convenios sobre otros tres: los problemas de la tierra, participación política y combate al narcotráfico.

Mendieta cayó en manos de las FARC en noviembre de 1998 y el Ejército lo rescató en junio de 2010 en las selvas del sur del país junto a tres militares más. A su regreso de la selva, el gobierno envió al general como agregado de policía en la embajada de Colombia en España.

En tanto, Aída Avella se salvó de morir en 1996 tras un atentado con cohetes en Bogotá. Entonces se exilió en Suiza y el año pasado regresó a Colombia para aspirar, primero a la presidencia y luego a la vicepresidencia, a nombre del movimiento político Unión Patriótica.

En las décadas de 1980 y 1990 unos 3.000 integrantes y simpatizantes de la UP fueron asesinados por paramilitares, narcotraficantes y agentes estatales corruptos.

Otros de los miembros de la delegación de víctimas fueron Alan Jara, actual gobernador del departamento del Meta, fue hecho prisionero por las FARC en julio de 2001 mientras viajaban en un vehículo de las Naciones Unidas. En febrero de 2009 el grupo insurgente lo liberó unilateralmente.

También estuvo Camilo Umaña, hijo del reconocido abogado y defensor de derechos humanos Eduardo Umaña Mendoza, quien fue asesinado en su oficina de Bogotá en abril de 1998 por paramilitares y miembros de la fuerza pública.

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