¿Vivimos en democracia o en una semidemocracia?

Llevo varios días esperando el optimismo para escribir. Pero cada día se aleja más la confianza en el señor presidente Santos, gobernante que tiene atónito a más de medio país (y posiblemente a muchos dirigentes internacionales) por su exiguo apoyo al democrático triunfo del No, además el desánimo sobre la marcha del país parece generalizado.

Ahora, muchos nos preguntamos si J.M. Santos es un dictador o no, si vivimos en una democracia real o en una semidemocracia, como en el Socialismo del Siglo XXI, política que según el libro “El Nuevo Idiota Iberoamericano” -de P. Apuleyo, Carlos A. Montaner y A. Vargas- trata de un populismo que se extiende por toda Latinoamérica, iniciado en Cuba y copiado en Venezuela, Bolivia, Ecuador, Nicaragua y próximamente –Dios no quiera- en Colombia.

Por su localización, nuestro país es una joya a la cual el marxismo internacional le tiene los ojos puestos y sus aberrantemente políticas son manipuladas por los hermanos Castro, lo cual nos lleva a la confrontación. Con dolor, creo que hoy muchos colombianos asociamos a J.M. Santos con el gobernante venezolano, quien también “hace lo que le da la gana”. Aquí, al igual que en el vecindario, la división de poderes, parece practicarse poco.

La victoria de los partidarios del No, desestabilizó a casi todos los de la contraparte, en especial al Gobierno, a los dirigentes de las Farc y por supuesto a sus seguidores y enmermelados, a varios medios de comunicación, ciertos columnistas, periodistas y caricaturistas rabiosos y hasta dieron la sensación de aceptar el triunfo del Si. Según Los Irreverentes desde cuando se conocieron los datos finales del plebiscito, en las altas esferas empezaron a buscar la manera de deslegitimar el triunfo ajeno. Dicen los que saben de derecho que hasta la Corte Constitucional había aprobado una reforma para poner en marcha los Acuerdos de Cuba. Pienso que cierta élite creía que los colombianos éramos ignorantes y ajenos a las comunicaciones modernas. Pero hoy todos vivimos informados, además muchos sintieron que su deber frente al plebiscito era defender la patria y la Constitución. Las acusaciones de guerreristas a los partidarios del No, cayó al vacío pues la verdad es que todo el mundo quiere la paz y este grupo muchas veces dijo: “Perdonar si, premiar no”.

Otros problemas del plebiscito fueron: la poca imagen positiva que tiene el Presidente y el sentimiento generalizado de que la economía marcha mal, que durante los diálogos de La Habana el Gobierno derrochó a manos llenas y que los premios prometidos a los integrantes de las Farc serían de muchísimo mayor despilfarro. Al mismo tiempo parecía que tendríamos que aceptar numerosos cambios a la Constitución y las tesis de la Farc, comportamiento bastante arbitrario y autoritario, similar al de Cuba y los países de su órbita. Los colombianos no aceptamos el populismo autoritario o comunismo. En el libro El Nuevo Idiota Latinoamericano describen los cambios hacia la izquierda de los países de esta zona, además señalan que en Colombia las Farc puede fácilmente llegar al poder, ya que son insólitas y numerosas las “concesiones a la guerrilla”. Finalmente, como decía H. de Balzac: “El socialismo, que presume de juventud, es un viejo parricida. Él es quien ha matado siempre a su madre, la República, y a la Libertad, su hermana”.

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