Vocación de servicio

Con la inscripción de los candidatos empezó, formalmente, la carrera por la dirección de la capital de la República.

Por fortuna para el país, en esta ocasión se trata no de elegir al menos malo sino el mejor.

Hay que reconocer que los distintos aspirantes tienen títulos para dirigir el Distrito en un momento particularmente crítico.

Esa nómina está integrada por ciudadanos que conocen la principal ciudad de Colombia y sus urgencias.

Y eso es bueno para todos, pues el esfuerzo que debe hacerse para darle un nuevo rumbo a Bogotá es enorme.

No obstante, la situación es de tal dificultad que lo que se necesita es un gran liderazgo.

El conocimiento técnico existe, los equipos profesionales se integran, estudios hay por montones y las evidencias acerca de lo que hace falta agreden día a día a quienes viven en esta ciudad.

Lo que se requiere es liderar, convocar, comunicar, coordinar y dialogar en todo momento, y en cada instante, con los ciudadanos.

Eso es lo que Pacho sabe hacer mucho mejor que cualquiera de sus colegas en la contienda.

Francisco Santos empezó a conocer los problemas de Bogotá desde cuando era un niño.

El hecho de haber nacido en una familia de periodistas lo puso en contacto con las palpitaciones de este inmenso conglomerado humano a partir de una edad muy temprana.

Así se fue formando su vocación, que muchos creyeron, inicialmente, que se dirigiría hacia la comunicación. Pero, poco a poco, se evidenció su pasión a favor del servicio público.

Frente a las manifestaciones de la violencia, de la cual es una víctima directa, toda vez que fue secuestrado por Pablo Escobar, decidió contribuir a que se enfrentara esa epidemia acudiendo a la participación activa de la gente.

Por eso lideró marchas multitudinarias en contra de ese delito atroz, que dieron lugar a que se tomaran, en su momento, nuevas decisiones por parte del Estado para combatirlo.

Y ayudó a salvar la democracia colombiana en uno de los momentos en que ésta estuvo más amenazada.

Las Farc resolvieron impedir la celebración de los comicios regionales en 1997.

Para lograrlo amenazaron a los candidatos, secuestraron muchos de ellos y, mediante actos de terrorismo en distintas partes del territorio nacional, crearon un ambiente de zozobra tal que las autoridades de varios departamentos y municipios le solicitaron al Gobierno nacional el aplazamiento de las elecciones.

Dichas solicitudes se rechazaron, con consideración a los motivos esgrimidos por los solicitantes, debido a razones institucionales elementales.

En el entretanto Pacho, en forma independiente, desde la Fundación País Libre y en la compañía de otras organizaciones, se dio a la tarea de convertir ese evento electoral en un mandato por la paz.

Movilizó a los colombianos y, en medio de todas las amenazas, contribuyó a que aquel día fuera posible celebrar los comicios.

Por esa razón, no sobra repetir que ayudó a salvar la democracia colombiana.

Y como Vicepresidente en los gobiernos de Álvaro Uribe fue figura central para el logro de los avances que se hicieron en materia de seguridad, estímulo a la inversión, cohesión social y diálogo popular.

Es decir, en todo lo que ahora necesita la capital de Colombia.

Ninguno de los otros aspirantes puede mostrar mejores títulos que Pacho para liderar una cruzada a favor de la seguridad en Bogotá.

Él lo hizo con éxito durante 8 años.

Tiene, entonces, la experiencia, el conocimiento, la capacidad de convocatoria, y el don del diálogo con la gente para ponerse al frente de la construcción de un mejor futuro para nuestra capital.

Es decir, posee el liderazgo que se requiere en el momento actual.

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