Vuelve y juega nuestro futuro

Infortunadamente, por razones de hora de entrega del artículo, no me queda tiempo para comentar los pormenores del pasado jueves, durante la segunda posesión del señor Santos como Presidente. La diferencia de ambientes entre su primera Presidencia, avalada por una inmensa mayoría de colombianos, quienes llenos de optimismo y esperanza esperábamos la consolidación de un futuro en paz y seguridad, dista mucho del ambiente enrarecido con que comienza su renovación un presidente que tuvo todas las oportunidades de consagrarse como uno de los más insignes jefes de Estado colombianos, con todo por delante para ser un mandatario preclaro, y que ahora se tiene que mover entre aguas peligrosas, teniendo la gran responsabilidad de volver a entregar el país dentro de los límites de abierto futuro, como lo recibió del doctor Uribe.

Con solo leer las últimas encuestas sobre lo que estamos pensando los colombianos de esta administración podemos ver claramente que no es, propiamente, con confianza que estamos viendo transcurrir esta etapa de la vida del país, y que por el contrario nos parece que el futuro se ve teñido de negros nubarrones, sobre todo por el desarrollo del tema de la paz, en el cual se han mezclado toda clase de sentimientos, que van desde el optimismo exagerado de Santos, hasta un pesimismo que se refleja en un 61% de la opinión del país, quienes creemos que los bandidos de las Farc no tienen ninguna intención legítima de llegar a un acuerdo de paz. Otras claras encuestas muestran cómo nada más en junio pasado, esto es un poco más de un mes, el 58% pensaba que Colombia marchaba por buen camino, pero a fines de julio descendió a un 42%. Lo más diciente es que sin haber comenzado su segundo mandato ya la imagen del Presidente va bajando a pasos acelerados.

Todas estas cifras están rodeadas por ese manto con que se cubrió al país, haciéndole creer que Timochenko y sus compinches iban a ser fáciles de manejar en una mesa de negociaciones, y que todo se materializaría en conversaciones donde ambas partes pondrían sus mejores esfuerzos para alcanzar esa tan anhelada paz.

Pero hasta el momento las cosas no solamente no han pasado como todos lo esperábamos, sino que por el contrario estamos viendo cómo los hechos sangrientos y el terrorismo nos están, otra vez, azotando por todas partes y a pesar de los esfuerzos valientes y patrióticos de nuestras fuerzas armadas, el terrorismo ha vuelto a tomar fuerza, y esta vez, como se les ha dado tanta rienda libre, por temor al chantaje con que amenazan de levantarse de la mesa de diálogos, no han perdido el tiempo y es así como se han reforzado en sus tenebrosas actuaciones, volviendo a poner en jaque a todo el país.

Comenzamos pues otra etapa, que ojalá, y esto lo digo con toda sinceridad, sea mejor que la que acaba de terminar. No podemos volver a caer en la desesperación, y tenemos que estar con el ojo avizor, para que quienes nos gobiernan en esta oportunidad tengan los suficientes cojones para no ir a caer de rodillas ante el cruel enemigo, que con tanta crueldad quiere acabar con un país bueno por naturaleza.

Con enorme satisfacción vemos que en esta legislatura, en el Congreso, con la entrada del Centro Democrático, se ha conformado un buen grupo de parlamentarios que merecen el honor de asistir al sacrosanto recinto de las leyes, quienes le darán como otrora una altura patriótica. Pero también vemos con repudio cómo tenemos que aguantarnos a personajes con sangre de guerrilleros, quienes lo único que pretenden es darle más fuerza a la violencia de donde salieron, donde se criaron y de la cual les va a ser muy difícil salir.

Vuelve y juega la nave en mares procelosos, ojalá el capitán tenga esta vez la mano fuerte para que, olvidándose de la politiquería que lo ha caracterizado, podamos confiar un poco más en él.

P.D.: El órgano sexual más importante que tiene el hombre es el cerebro.

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