Y sigue el show con general a bordo

En las ceremonias de ascenso del Ejército y de la Policía Nacional, el señor Santos, Juanpa, como se hace llamar ahora para posar de carismático, le envía mensajes tranquilizadores al país, y a sus fuerzas armadas en particular. Cada vez que promete, jura y perjura, nos despierta la misma credibilidad que cuando jalándose de las mechas ofreció la reconstrucción de Gramalote, o cuando en su posesión hace ya casi cuatro años decía que iba a seguir la senda trazada por Uribe para redondear la tarea de arrinconar y neutralizar del todo a la subversión. Los resultados son obvios, Gramalote desapareció hasta del mapa por su gestión, y a las Farc las fortaleció en todos los campos; siempre termina haciendo todo lo contrario de lo prometido.

El sainete sigue cuando les dice a los militares “Su papel fundamental será concretar los términos en los que se dé la entrega de las armas de los desmovilizados de la guerrilla”. Tal vez está pensando en poner a tres generales del Ejército a que se vayan un par de semanas a la selva, a recibir cada uno algunos fusiles viejos, para un máximo total de mil, en su rimbombante DDR. ( Léase Desarme, Desmovilización y Reintegración)

En este punto empiezan preguntas, con respuestas que jamás tendremos previas al referendo; de hecho el gobierno y sus plenipotenciarios de La Habana, tienen el país en la desinformación más conveniente. Las preguntas que se pueden ocurrir, son: ¿Cuántas armas espera Santos que le entreguen? ¿Cuántas armas tiene la guerrilla en total? ¿En dónde están? ¿En las fronteras con Venezuela, Ecuador y Brasil, hay gentes de la guerrilla en armas? ¿Y en Panamá qué? ¿De la frontera con Brasil, qué sabemos? Respecto al Perú, la situación es diferente pues ese gobierno no cohonesta la presencia de grupos guerrilleros en la frontera común, pero de hecho con todos los demás países, la subversión ha encontrado si no apoyo directo, como mínimo su simpatía y neutralidad. Nada hacen contra las Farc.

El argumento del secreto debe desaparecer, pues el país tiene derecho a saber todo; el gobierno no puede continuar desarrollando el proceso de paz de espaldas al pueblo soberano. Si la subversión cuenta con la voluntad del gobierno para quedarse con el ochenta por ciento de las armas útiles, en manos de los frentes que no se desmovilizan, estarían también engañando a Colombia una vez más. El punto de la agenda relacionado con el fin del conflicto, dice que “Se deben establecer mecanismos que permitan la dejación de las armas” Insisto: este es un punto de la agenda, que trata con claridad la dejación de las armas, que no su entrega. ¿Si el pacto consiste en decir una cosa y hacer otra para engañar a Colombia, qué podemos decir de Juanpa? ¿Qué haremos con él? ¿Subirlo a los altares de la gloria o enviarlo al noveno círculo del infierno de Dante? ¿Pretende además nuestro Juanpa, equiparar a los miembros de las fuerzas armadas con los delincuentes de la subversión? Ofrecer beneficios jurídicos en igualdad de condiciones es un insulto a la moral, a la ética militar, y al pueblo del cual provienen esos servidores de estado.

Como también resulta un insulto la pretensión presidencial de presentarse ante el mundo como el estadista respetuoso de quienes se oponen a sus ideologías, cuando dice a los cuatro vientos que el discurso “derecha-izquierda” es obsoleto, pero el mismo ha bautizado a sus opositores como una mano negra de la ultraderecha. Que pusilánime y mentiroso es.

oscaralbertodiazgarcia@hotmail.com

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