CUATRO AÑOS DE ABSURDA INJUSTICIA

 

Desde muy jóvenes  aprendimos en la Escuela Militar de Cadetes que el cumplimiento de la ley era lo más sagrado para un soldado y repetimos miles de veces el código de honor del cadete, juramos ante nuestra hermosa Bandera tricolor que defenderíamos la Patria hasta ofrendar nuestras vidas si fuera necesario y enfocamos nuestra vida al cumplimiento estricto de la Constitución.

Mi Abuelo, mi Padre, mis tíos, mis hermanos y yo, tuvimos el honor y la fortuna de hacer parte de las Fuerzas Militares  y nos entregamos en cuerpo y alma a la carrera de las armas. Cumplimos a cabalidad con todos los requisitos y exigencias hasta alcanzar los grados de Oficiales Superiores.

En nuestra Familia jamás alguien ha estado dedicado a negocios al margen de la ley o al narcoterrorismo. Trabajamos arduamente por nuestros compatriotas, porque desde niños  nos indicaron  que lo más importante era Colombia y fue así como nos dedicamos por mucho tiempo a su servicio como honestos  Soldados. Al pasar a la condición de Oficiales en uso de buen retiro continuamos laborando en Instituciones al servicio de la Comunidad como la Defensa Civil Colombiana. Mi padre el Mayor Alfonso Plazas Olarte  y mi tío el Coronel Guillermo Plazas Olarte, fueron Directores en Boyacá y el suscrito fue Director en el Departamento del Quindío, donde fui nombrado con ocasión del trágico terremoto de Enero de 1999. Allí afronté la situación y trabajé sin descanso.

Mi padre siempre tuvo como norte que sus hijos nos formáramos y actuáramos como hombres de bien, honorables y honestos ante la sociedad, orgullosamente entre él y sus cinco hijos militares, sumamos aproximadamente 185 años de servicio continuo a la Patria como Oficiales en actividad, nuestras hojas de servicio  y nuestro patrimonio son un libro abierto ante los colombianos.

Entre nosotros sobresalió nuestro hermano mayor, Luis Alfonso, a quien el país conoce ampliamente, quien fuera nuestro ejemplo  por sus brillantes ejecutorias, su rectitud y verticalidad y quien siempre nos inculcó la importancia de la lucha frontal contra el narcoterrorismo, fuente de todas las desgracias del país. Él, que nunca cohonesto con nada que violara la ley y la Constitución, que siempre pensó en un futuro mejor para las venideras generaciones de colombianos, cumple hoy cuatro años privado del más sagrado de los derechos del hombre, su libertad y lo peor injustamente.

Está condenado a 30 años de prisión (cadena perpetua para una persona de 67 años), sin tener porqué, porque jamás ha cometido ningún delito y por el contrario se jugó la vida para rescatar a quienes fueron utilizados como escudos vivientes por el cobarde grupo narcoterrorista M-19.

Todo el proceso penal organizado metódica y criminalmente en su contra  ha sido violatorio de los más elementales principios de equidad.  Nunca existió para  él la presunción de inocencia, convirtiéndose tal proceso en la más implacable y feroz persecución en contra de un Soldado que dedicó su vida al servicio de sus conciudadanos.  Se violentaron totalmente sus mínimos derechos como ser humano, hasta el punto de impedírsele por parte de la Juez María Stella Jara que visitara a mi padre agonizante, a pesar que personalmente le hice antesala en su despacho durante cuatro horas,  sin que me recibiera, para suplicarle que permitiera que mi papá en sus últimos momentos de vida pudiese morir en paz despidiéndose de su primogénito, antes de partir hacia la eternidad; pero la Juez Jara no lo permitió; todos rodeamos su lecho de moribundo, menos Alfonso. Mi anciano Padre murió en la absoluta tristeza, pues no pudo entender como su hijo por obra y gracia de dos funcionarias paso de héroe a villano.

Hoy le pido en nombre de mi familia, así como de los Soldados de Colombia a los Honorables Magistrados del Tribunal Superior de Bogotá, que hagan brillar la majestuosidad de la justicia, mancillada por la ex fiscal Ángela María Buitrago y la Juez María Stella Jara, absolviendo y otorgando la inmediata libertad a Alfonso Plazas Vega ya que no existe ni la más mínima evidencia en su contra por el delito que se le imputa,  y por el contrario se ha probado que las funcionarias anteriormente nombradas fabricaron testigos falsos para destilar todo un inexplicable odio en su contra.

¿Cuál fue el delito de mi hermano, ser militar? ¿Servir al país? ¿Trabajar por Colombia? ¿Despojar a los narcotraficantes de sus bienes mal habidos?

El horrendo e infame montaje de estas funcionarias deshonestas y criminales pasara a la historia como una de las páginas más negras de la justicia colombiana y como la mayor ignominia en contra de un hombre honesto e inocente. Que Dios las perdone si es que tienen perdón. En sus manos, Honorables Magistrados esta corregir esta vergüenza. Ya ha sido demasiado.

Los hijos y nietos de Luis Alfonso Plazas Vega hoy fuera del país por razones de seguridad ante la amenaza del narcotráfico, esperan ansiosamente a su padre y abuelo, mientras mi cuñada Thania que es su ángel y fortaleza permanente,  merece tener a su esposo en casa para disfrutar del retiro tras una vida de servicio a Colombia. Sus hermanos solamente pedimos "QUE SE HAGA JUSTICIA".

Michel Plazas Vega

*Teniente Coronel retirado, Administrador de Empresas.

Orlando, EEUU, 16 de Julio de 2011

Share on facebook
Facebook
Share on google
Google+
Share on twitter
Twitter
Share on linkedin
LinkedIn

Buscar

Facebook

Ingresar