El nuevo montaje

 

El Partido Comunista de Colombia y sus publicistas suelen agredir a la sociedad colombiana con estas injurias: 1) Que el Estado colombiano es en sí mismo una institución mafiosa y asesina. 2) Que sin las armas es imposible hacer política en Colombia. 3) Que la existencia de las Farc es esencial para que ellos puedan sobrevivir y es garantía para que avancen las luchas populares. Para muestra, las famosas declaraciones de Piedad Córdoba en México y el documento de saludo de Raúl Reyes al XI Seminario de los marxistas leninistas en Quito.

Iván Cepeda es hoy, tal vez, el principal vocero legal de los sofismas legitimadores de la 'insurgencia'. En la web de 'Movice' (su oenegé), por ejemplo, se lee que ellos trabajan "en torno a descubrir, denunciar y erradicar para siempre las estrategias, métodos y modelos criminales desarrollados por el Estado, que se pretende perpetuar por medio de la impunidad (y) para ayudar y organizar a las víctimas del terrorismo de Estado en Colombia", ¡Así es!, ¡así dice!

Para obtener sus propósitos, Cepeda no reconoce límites. Si el fin es tan loable, ¿por qué pararse en nimiedades como la objetividad y la verdad? En anncol.net, página oficial de las Farc, hay un video en el que Cepeda, con pinta de ayatolá, 'entrevista' en la cárcel de Itagüí a un pelagatos que lo que más desea -anuncia con qué ingenuidad- es gozar de los beneficios de la Ley de Justicia y Paz y para lograr eso es capaz hasta de decir misa.

Cepeda lo presenta como el 'eslabón perdido', como el testigo directo y presencial de que Álvaro Uribe, ex jefe del Estado 'terrorista' colombiano, es, él mismo, un matón de vereda. Según el estrafalario amigo de Cepeda, mientras Uribe ejercía la Gobernación de Antioquia, se fue de pueblo en pueblo a buscar una mula de paso fino que "le había robado un comandante del Eln (…) lo que le hizo dar mucha rabia". Para acabar de asombrarnos, el gobernador Uribe, declarado por sus conciudadanos como el mejor de toda su historia, sacaba tiempo -según Cepeda y su nuevo Pitirri- para fundar con él y con 'Doblecero' un lejano frente de las Auc.

Según Cepeda -nuevo vocero comunista- y su carnal paramilitar y 'nuevo mejor amigo', a Uribe nunca lo han movido los principios ni la fuerza de las ideas, sino el deseo de vengar un robo de ganado. ¡Qué cuentos -como que piensan Cepeda y 'Alberto'- de seguridades democráticas, amenazas terroristas, ejercicio firme de la autoridad y monopolio de las armas por parte del Estado!

Cepeda es metódico y sistemático en su tarea de desacreditar todo lo que sea capitalismo y progreso. Pocas semanas antes hizo otro videoshow para presentar a esforzados empresarios antioqueños como viles señores de la guerra y el despojo. Antioquia Presente, el grupo empresarial antioqueño y varios otros profesionales del agro, fueron zaheridos y calumniados por el inquisidor. Y no he oído una queja o una protesta de las víctimas. ¡Lo que logra el terror!

Salta a la mente esta pregunta: ¿por qué a unos montajes tan burdos se les da tantísimo eco? ¿No somos conscientes del daño moral que hacen al pueblo de Colombia semejantes tramas? Es a la conciencia de quienes se han convertido en caja de resonancia del vituperio que encarnó en Cepeda, Córdoba, Reyes y sus demás secuaces, a quienes llamamos a la reflexión.

Mientras tanto, ese acervo infinito de pruebas que son los archivos de Reyes y Jojoy duermen el sueño de los justos y no merecen ni una notica al margen en los medios ni ninguna actuación de la justicia. O, mejor, actuación sí: se hacen imputaciones criminales a quienes se atreven a denunciar a los políticos y sindicalistas que hacen apología del terrorismo.

José Obdulio Gaviria

 Eltiempo.com

Septiembre 13 de 2011

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