¿Chavismo municipal?

En Medellín, Colombia, tropezado hemos con una administración municipal infestada de un chavismo ideológico que camina hacia la destrucción de la clase media.

Los países que van superando el atraso tienen como uno de los indicadores más certeros la creación y ampliación de las clases medias. Esta clasificación tiene su segunda denominación entre los marxistas leninistas y demás zoología de la izquierda comunista quienes la llaman “la pequeña burguesía”. La clase media ha sido el soporte de la democracia. Ella misma fue el cigoto que la formó en la etapa de las monarquías absolutistas cuando en los municipios o burgos construían nuevas  formas de producción y de relación. En esos burgos estaban los comerciantes, los artesanos, los artistas, las nacientes intelectualidades de la ciencia y la tecnología, los marineros, los prestamistas y los círculos masónicos que conspiraban contra el totalitarismo de entonces que eran las monarquías. Los concejos municipales, aunque eran elitistas, abrían el camino del debate y de la representación popular en los destinos de la ciudad.

Las clases medias en América Latina han sido el antídoto contra las dictaduras y los gobiernos de facto como la Argentina, en donde el peronismo, invocando a los “descamisados”  fue creando una confrontación clasista que aún hoy no termina. El neo peronismo de Cristina Fernández viuda de Kirchner está acabando con las clases medias argentinas con su política económica y social. Lo mismo ocurre en Venezuela donde los técnicos, los tecnólogos, los obreros calificados, los empresarios medios y altos, los profesionales liberales, los escritores y los medianos profesionales han salido del país ante la política del Presidente Chávez y su partido, es decir el chavismo populista al que llaman “socialismo del siglo XXI”.

En Medellín, Colombia, tropezado hemos con una administración municipal infestada de un chavismo ideológico que camina hacia la destrucción de la clase media al incrementar el impuesto predial a niveles que perjudican a los pequeños y medianos propietarios de vivienda y locales comerciales, las oficinas de los profesionales del derecho y empresarios, los consultorios médicos, los inquilinos de toda clase de habitaciones, etc. El alcalde y sus lúcidos secretarios de gabinete, algunos tan improvisados como sectarios, ven en la clase media de las comunas, no a los estabilizadores de la sociedad, no a los universitarios que progresan, sino a “ricachones burgueses” que necesitan castigar con una descomunal imposición del impuesto predial. Pero el pueblo medellinense está asaltado por todas partes por los impuestos nacionales y locales que, ante todo, sostienen a una casta burocrática. Y a eso hay que sumarle otro gravamen que se alimenta de los datos que le suministra el impuesto citado con la subida del avalúo catastral: la valorización. Una cascada fuerte de sus ingresos deberá sacar la clase media urbana dizque para pagar obras públicas que le den mayor calidad de vida, seguramente tan funcionales como el nuevo puente de la calle 2 sur, que es el monumento al estrés y dolor de cabeza del ciudadano.

Dígase, además, si ¿a los barrios y comunas donde viven las clases medias les  han construido bibliotecas o parques, con el mismo  derecho que las tienen en los barrios populares? El chavismo es una infección ideológica de la administración municipal de  Medellín, en cabeza de Aníbal Gaviria, tan ponderado para caminar y silbar, pero tan despistado al aplicar los impuestos descomunales y arbitrarios a sus conciudadanos. ¿Cuántos millones de dólares se llevó Madona sin pagar impuestos y cuánta desilusión nos deja su patrocinador?

Medellín, febrero de 2013

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