El ocaso de la izquierda

El resultado mediocre obtenido en las elecciones del domingo pasado puso en evidencia que la izquierda en Colombia está lejos de convertirse en una alternativa de poder.

En reciente artículo de El Espectador (marzo 10/14) se afirma: “…al Polo Democrático Alternativo (el electorado) le otorgó cinco curules en el Senado —tres menos que en 2010—”. En plata blanca, ¡el Polo perdió el 40% de sus senadores! Dicho artículo igualmente pone en evidencia cómo dos emblemáticos políticos de izquierda, Carlos Lozano y Wilson Arias, se quemaron. “En suma”, concluye el artículo, “la situación de la izquierda en el panorama electoral fue trágica. Entre el Polo y la Alianza Verde sacaron diez senadores y nueve curules en la Cámara. Los candidatos que se identificaban con la izquierda y que militaban en el Partido Liberal, como Juan Luis Castro —hijo de Piedad Córdoba—, igualmente se quemaron. Así, cuando faltaba apenas el 3% por ser escrutado, quedaba completamente claro que en Colombia la izquierda es una ínfima minoría, con poco apoyo electoral y sin posibilidades de ser una fuerza política decisiva de cara a las elecciones a la Presidencia de la República, que a partir de hoy se puede dar por iniciada”.

¿Y a qué se debe la debacle? No obstante que el discurso de la izquierda —abstracto y difuso— es atractivo, cuando la izquierda alcanza el poder los resultados suelen ser desastrosos. La ciudadanía, que no es tonta, se da cuenta de que durante las últimas tres administraciones de la capital, la izquierda hizo gala de insolente deshonestidad o manifiesta incapacidad. Por otra parte, el fracaso absoluto en Venezuela del llamado ‘Socialismo del siglo XXI’, embeleco ideológico que carece de coherencia y norte, le hace pensar a la gente dos veces. Otro factor que juega en contra de la izquierda puede ser el continuo y sistemático rechazo de la inmensa mayoría de la población a las acciones de las Farc y el Eln, la mal llamada “combinación de todas las formas de lucha”. Finalmente, está el repetitivo discurso (caduco y obsoleto) de la izquierda colombiana, discurso tan anclado en el pasado como atiborrado de frases de cajón y lugares comunes. Tuve oportunidad de leer los discursos de posesión de la presidenta socialista de Chile, Michelle Bachelet, tanto en 2006 como en 2014. En dichos discursos brillan por su ausencia referencias a las ‘transnacionales’, al ‘comercio neoliberal’, o al ‘capitalismo salvaje’. Por el contrario, la chilena afirma: “El mundo observa con atención la experiencia de este pequeño país que supo salir pacíficamente de una dictadura, que supo construir una democracia sólida, que supo reencontrarse, que progresa y que ha sabido sacar a millones de compatriotas de la pobreza, en libertad y dignidad para todos… El siglo XXI nos plantea nuevas tareas, tal vez desconocidas hasta ahora… El pasado es lo que es: pasado”. Mientras que la izquierda en Colombia mantenga un discurso propio de una sociedad rural de 1950, cerrada ante el mundo, ¡no tiene la menor posibilidad de llegar al poder!

Apostilla: En días pasados falleció uno de los grandes economistas que ha tenido el país, Gabriel Rosas Vega. Gabriel, fuera de ser un caballero a carta cabal, combinaba su dominio de la ‘ciencia aciaga’ con una pluma exquisita. ¡Paz en su tumba!

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