ORGANIZACIÓN DE ESTADOS ARRODILLADOS

Es utópico que un organismo multilateral como la Organización de Estados Americanos -OEA-, creada en 1948 para que entre otras cosas, promoviera la paz, hiciera respetar la seguridad y los Derechos Humanos, y fortaleciera las democracias de las 35 Naciones asociadas en esta organización, se muestre hoy negligente ante la defensa de sus principios fundacionales.

Cuba, por obvias razones no pertenece a esta organización. Fue expulsada en 1962 porque su gobierno ha ido radicalmente en contra de lo que promulgaba la OEA, sin embargo, para que los Castro ejerzan su influencia allí, parece no requerir su calidad de miembro activo. Hoy, la mayoría de los Estados miembros le ofrecen reverencia al Castro-Chavismo enquistado en la región. Otros permanecen al margen, tibios e indiferentes, pero menos mal, unos pocos han rechazado con determinación el silencio cómplice de esta organización y de otros Estados con respecto a las represiones que viene sufriendo el pueblo venezolano.

A la OEA no pertenecen gobiernos, pertenecen pueblos, y esta no ha estado a la altura del llamado que vienen haciendo cientos de miles de venezolanos desde hace semanas agolpados en las calles, sufriendo los vejámenes del régimen Castro-Chavista, para que el mundo le ponga atención de una vez por todas a su lucha ante una tiranía déspota, injusta e ilegítima.

El viernes pasado se reunió el Consejo Permanente de la OEA en Washington para tratar el tema de la problemática en Venezuela, y en un acto solidario, el gobierno panameño le cedió su asiento a la Diputada venezolana de oposición María Corina Machado, para poder expresar sus denuncias ante este escenario, tal como lo había hecho Venezuela en 1989, cuando cedió su silla a opositores panameños para denunciar la dictadura de Manuel Antonio Noriega.

No obstante, la mordaza que aplica Maduro a sus opositores en Venezuela llegó hasta la OEA para no permitir hablar a María Corina en sesión abierta, y por lo tanto, en una votación de 22 a favor de la sesión cerrada contra 11 a favor de la sesión pública (entre los que se contaban a Canadá, Colombia, Chile, Honduras, México, Guatemala, Costa Rica, EE. UU., Panamá, Paraguay y Perú), salió victorioso el silencio y se reunieron a puerta cerrada evitando que el clamor del pueblo venezolano, expresado por María Corina Machado no fuera escuchado por el mundo entero.

Luego, otra votación en la que Colombia extrañamente se limitó a abstenerse, pretendía que se sacara el tema de Venezuela de la agenda, en la cual de nuevo mayoritariamente se optó por el silencio. Primaron los oscuros intereses del Castro-Chavismo ante los intereses comunes de un país que rechaza una dictadura. No es posible que haya tanto silencio cómplice por parte de los Estados americanos y organizaciones multilaterales. Concretamente el silencio del gobierno colombiano, no me representa a mí como nacional de este país. Esperábamos una mayor defensa de la democracia.

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