Petro, odio y Venezuela

La destitución de Gustavo Petro ha destapado lo más profundo de los odios en las redes sociales colombianas.

Desde que el Presidente Juan Manuel Santos decidió no acoger el pronunciamiento de la Comisión Interamericana de DD.HH., en Twitter se han disparado los insultos y ataques en contra de los medios de comunicación y los actores sociales y políticos.

Incluso este lenguaje de odio y rechazo también se materializó en ataques físicos en contra de la prensa. El miércoles por la noche, los equipos de reporteros de Citytv y Noticias Caracol fueron agredidos por manifestantes que exigían que nos retiráramos de la Plaza de Bolivar, mientras que paradójicamente en las redes nos criticaban por no transmitir más sobre la destitución del mandatario local. Es decir por un lado nos maltratan por no cubrir la noticia lo suficiente, mientras que por el otro destruyen nuestros equipos, amenazan a nuestros reporteros y nos sacan a puños por transmitir desde el lugar.

Algunos seguidores de Petro creen que si no se les da la cobertura que consideran que se merecen se le está mintiendo a la ciudadanía. En su pequeño mundo solo existen ellos y las supuestas injusticias que los rodean. Para ellos no existe una Cali asesinada por la violencia, ni mucho menos una Buenaventura con casas de pique y en medio de una disputa por parte de guerrilla, las bandas criminales y las fuerzas del orden del estado.

Claro, es entendible su proceder. Su líder tampoco ayuda. En su discurso del miércoles por la noche, Petro dijo que los medios tradicionales le dedicábamos tiempo en extensión a lo que pasa en Venezuela y poco a lo que le sucede a él en Bogotá. Algo completamente falso, sobre todo si se tiene en cuenta que ese mismo día se interrumpió varias veces la programación para llevar en vivo el desenlace de su proceso.

Más allá de las afinidades o diferencias políticas, de la decisión acertada o equivocada del Procurador, o de lo vinculante o no de los pronunciamientos de la Comisión Interamericana de DD.HH. el ahora destituído alcalde consistentemente ha usado un lenguaje de odio en su discurso.

Bajo su óptica se trata de: ellos o nosotros, de los medios tradicionales o su televisión pública, de la izquierda o de la derecha, de los ricos o de los pobres. No señor Petro, el mundo no es así. No es blanco o negro. Su política de odio cada vez más se parece a la venezolana y así no se construye país.

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