Venezuela, esquema y método

Es sencillo. Lo que hace Maduro para salvarse es una adaptación del Método Castrista de Opresión con Recurso a Víctima. Los hermanos oprimen a la vez que le dan a su población una imagen para el altar de la revolución. Es una imagen de víctimas casi religiosas de la maldad estadounidense, recurso con que balancean todo, incluyendo su opresión, su pobreza y su miseria. La mezcla es delicada. Deja de funcionar o revienta al menor descuido. Maduro le da toques venezolanos para que no reviente en Venezuela, volviéndolo Método Castro-Maduro de leche cubana para queso venezolano.

La explotación venezolana con recurso a víctima aparece como esquema del Estado Comunal en el Plan de la Patria, introduciendo una tarjeta de racionamiento electrónico, versión moderna de la cubana, "para garantizar la satisfacción de las necesidades de las familias que trabajan, que permitirá acabar con los especuladores y bachaqueros". Serán "tarjetas que garanticen necesidades básicas y electrodomésticos”. Esto último es lo más original. ¿Alguien había oído de garantizar electrodomésticos?

El Método Castro-Maduro está articulado en la Ley Orgánica de Precios Justos, “un sistema superior para aplastar a los que se aprovechen”. Registrará toda compra y evitará que el consumidor adquiera más de lo mismo en otro lugar. El plan fija ganancias máximas de 30% y penas de hasta 14 años de cárcel para especuladores, acaparadores y contrabandistas. “ El comandante Hugo Chávez sabía que sin poder popular el pueblo continuaría esclavizado y explotado por las élites”. Pues el poder popular que ofrece Maduro es ‘comu-capi-popu-lista’, un poder algo como el ornitorrinco, un animal extraño con espuelas venenosas en sus patitas traseras, con membranas de pelícano con garras, piel de nutria y pico de pato, el único mamífero que pone huevos. Maduro promete que con su tarjeta ornitorrínica, tal como en "las cadenas capitalistas, regalará casas, vehículos y motocicletas a los que se inscriban. Tendrá componentes que fortalezcan el apoyo a la familia que va a abastecerse".

El desabastecimiento es tal que el Gobierno admite que 28% de los productos básicos están agotados en Venezuela por " la guerra económica". A la escasez se añade una inflación por encima de 56%. Luego está el descontento, instrumento del Método para orquestar su adoración a la imagen que alza, de un pueblo victimizado por la oposición, los capitalistas y Estados Unidos, a quienes Maduro acusa de financiar la “violencia, y una conspiración mediática internacional que pretende generar una falsa imagen de guerra y represión generalizada en todo el territorio venezolano, cuando en realidad se trata de focos puntuales creados por los artífices de la violencia contra el pueblo”. Ahora, sí hay guerra económica y violencia contra el pueblo, hay que reconocerlo, pero son guerra y violencia de su propio gobierno contra la población, exprimiendo al empresariado, racionando el consumo, regalando recursos a Cuba, y ni hablar de matones y manifestantes muertos. Algo, mientras tanto, está cambiando.

El régimen, que enviaba gente a formarse en Cuba, ha empezado a enviar militantes del Partido Socialista Unido de Venezuela al Instituto de Formación de Cuadros Políticos del Partido Comunista Chino en Pudong, Shanghai, según comunicado de su embajada en Beijing. Esto apunta al deterioro del aislamiento y bloqueo como instrumentos de la política exterior de Estados Unidos, que ya no es el capitalista principal ni el motor del mundo industrial. Maduro va directamente al nuevo cuerno de la abundancia, Beijing.

El bloqueo de Cuba se ha vuelto irrelevante. Los Castro aún se quejan de desabastecimiento, pero es un desabastecimiento prácticamente voluntario en la actualidad porque, si quisieran y Beijing consintiera, China llenaría Cuba con todo el capital y bienes de consumo que Fidel y Raúl pudiesen desear y odiar en sus delirios más extremos, y allí está el detalle: Es un deseo con odio, algo esquizofrénico que tienen hacia los bienes de consumo y el capital. Maduro también. El triunvirato Castro-Maduro-Castro, y hay que reconocer que es un triunvirato para dos países, sabe que para mantener su pureza tendrán que regimentar Venezuela y Cuba como la misma China, solo que entonces todo se vuelve muy extraño. No será capitalismo ni comunismo. Será el comu-capi-popu-lismo, ese del ornitorrinco político-económico-social, más afín al nacional-socialismo que a cualquier otro sistema.

La sola presencia de Fidel en el triunvirato, por anciano que está, sirve de ‘espíritu’ garante en su proceso binacional. Todo cambia el día que muera, y se preparan para el nuevo mundo de híbridos ad portas. Su método contempla el modelo chino, pero no lo podrán implementar porque no tenemos la idiosincrasia china, de abejas en las celdas de sus panales produciendo miel para los jefes. Sus esquemas no pasarán del cubano al chino. En Venezuela ya está pasando de Maduro a Podrido, y los mandos militares tendrán que decidir si se van con Podrido… o qué.

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