Elogio del papel…

Estamos sucios, sentimos vergüenza de quienes nos malgobiernan.

Sí, es al papel higiénico al que me refiero. Existen evidencias que mencionan su empleo en la historia de la humanidad ya en el siglo VI a.C. En el siglo IX, las personas solían limpiarse con agua y hojas de lechuga. No hay casos en la anecdótica mundial reciente, en que haya escaseado. Su carestía se expresa en tiempos de guerra, fallas de materia prima, falta de dinero o cuando enanos de conciencia asaltan al erario público. En nuestro país no nos importa su ausencia porque tenemos un algo que llamamos "patria": vacío concepto que nadie sabe qué significa pero huele a materia fecal. En el pasado el papel de periódico servía a estos fines, ahora no puede usarse porque están bajo control del Estado, sueltan tinta y tatúan las posaderas con anuncios económicos. El poder nos sugiere usar un tobo con agua salada y la tusa de una mazorca atada a un cordel para inmediato uso, enjuague y vuelta a usar.

Deténgase un momento y piense en la clase de cerebros marginales que nos gobiernan y dirigen nuestra economía y nuestras vidas; piense por qué no hemos salido de ellos de una vez por todas; estamos sucios, sentimos vergüenza de quienes nos malgobiernan, patanes, ineptos, carentes de amor en sus años infantiles, muchas veces abusados, que ni siquiera cuidan de sus ciudades ni de sus asentaderas.

Esa es la cara que damos al mundo, un país sin papel higiénico; un país donde no hay cómo limpiarse el trasero, pero un país bananero donde sí tenemos armamento para aterrorizar la población y los nuevos tonton macoute, designación para los "colectivos", grupos de paramilitares organizados próximos al dictador Francois Duvalier de Haití, quien se valió de ellos para perpetuarse en el poder desapareciendo a más de 150 mil personas civiles opositoras al régimen…

rafaelmuci@gmail.com

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