Oxígeno contra el establecimiento

En la obra Los Hombres de la Revolución se explica de muy buena manera cómo los revolucionarios franceses de 1789 encontraban en el “oxígeno” un gran alegato para cambiar el “establecimiento”. El solo hecho de oxigenar la política era ya razón suficiente para justificar el cambio.

El establecimiento en política es lo que está porque ha estado siempre. Es el conjunto de reglas implícitas de conducta entre los actuales actores. En palabras coloquiales, se trata de los “mismos con las mismas”.

Y cuando el establecimiento se ve amenazado se une, todo, al unísono, sin miramientos y diferencias. Entre ellos se pueden matar pero no pueden concebir que un externo los usurpe, derroque o, siquiera, los rete.

Clara López es el ejemplo perfecto. Nieta de expresidente, sobrina de expresidente, hermana de amable jugador de Polo y de reconocido ganadero taurino, además, de gran riqueza material. Su comprensible sentimiento de culpa la llevó a abrazar las banderas de la socialdemocracia (izquierda) y defiende con inteligencia y vehemencia sus posturas doctrinarias. Pero es del establecimiento, y éste le pudo más y la llevó a declarar su incondicional apoyo a la oligarquía capitalina, centralista y excluyente de siempre (ella lo es también), representada por los bogotanitos Santos y Vargas Lleras. Al fin de cuentas es mejor matarnos entre conocidos y entre las elites que permitir que un “aparecido” nos sustituya, así dicen.

El establecimiento está comprometido con la candidatura de Vargas Lleras, de Gaviria y de Samper, del señor Petro, del exministro Pardo Rueda y de la exsenadora Piedad Córdoba y, ahora, y en contra de su partido, de su doctrina y de su propia credibilidad, de Clara López. (Nótese: Lleras, Santos, López, Pardo, Samper, todos nombres de antaño contra los que el mismo Jorge E. Gaitán luchó sin tregua: qué paradoja)

Quién lo podría haber imaginado: Samper, Gaviria, Santos, Petro, López, Vargas, Córdoba y Pardo, todos ellos unidos. Todos ellos en el mismo carro. Todos ellos de coequiperos y colaboradores. ¿La excusa? La paz. Y digo excusa por cuanto lo negociado no dice nada porque lo dice todo. ¿Cuál de los candidatos se ha opuesto a construir escuelas en el campo? Así son los “avances” que nos enseña el Gobierno. ¿Quién se ha opuesto a ello? Nadie.

Lo difícil no va a ser el desmonte del letrero “Farc” que es el propósito de la negociación. Lo verdaderamente complicado será materializar su contenido que compromete 4 décadas de presupuesto nacional. (Si es que se toma en serio)

La pregunta que surge entonces es ¿podrá el establecimiento construir esa paz duradera y estable cuando sus creencias son diametralmente opuestas y los temperamentos, egos y cosmovisiones de sus integrantes son tan diferentes? En palabras aún más simples ¿será verdad que el futuro está en el establecimiento?

Miembro de la Corporación Pensamiento Siglo XXI

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