¿A cuál Sepúlveda creerle?

Andrés Sepúlveda no dejó títere con cabeza. Empantanó a los máximos exponentes del uribismo, a la Procuraduría, a las Fuerzas Militares, a la Dirección Nacional de Inteligencia al ya emproblemado general Rey y al condenado Rito Alejo del Río, entre otros.

Nada se le escapó. El hacker lo sabía todo. Los secretos mejor guardados en Colombia pasaron por él durante los últimos meses y según su más reciente y grandilocuente entrevista, sólo le faltaron unos días para acabar con el proceso de paz. Cualquier lector desprevenido diría entonces después de leer y oír sus declaraciones que la inteligencia detrás de la inteligencia tiene nombre y ese es el del mega-hacker Andrés Sepúlveda.

Pero no. Andrés y su hermano Luis Carlos tienen más pinta de oportunistas y mentirosos que de ser los ‘chachos’ de la informática nacional. En menos de tres meses han caído en contradicciones de bulto que la justicia no puede soslayar a la hora de evaluar la veracidad de sus testimonios.

Vean ustedes: en mayo de este año, el hermano del hacker, Luis Carlos Sepúlveda, se apareció en la Procuraduría para denunciar presiones de la Fiscalía. En el marco de una audiencia grabada ante funcionarios del Ministerio Público dijo que el vicefiscal, José Fernando Perdomo, y el director del CTI, Julián Quintana, le ofrecieron a su hermano Andrés la suma de 200.000 dólares y la posibilidad de enviarlo a Canadá como parte de un programa de protección a cambio de que inculpara a Álvaro Uribe y Óscar Iván Zuluaga.

El 13 de junio, cuando la Procuraduría visitó a Andrés Sepúlveda en su sitio de reclusión para corroborar la versión de su hermano, el hacker les dijo que todo era cierto y se ratificó en cada palabra, según consta en este documento: (Ver informe Procuraduría).

Hace menos de 15 días, sin embargo, los Sepúlveda se retractaron y en su entrevista a SEMANA, Andrés ya no habló de presiones de la Fiscalía sino de todo lo contrario: los malos del paseo eran los uribistas y no los funcionarios del ente investigador como había dicho en un principio.

Esta última versión de Sepúlveda también se contradice con lo afirmado por su esposa, Lina Luna, en una entrevista que le concedió a Hassan Nassar en su desaparecido programa 360.

De este sartal de versiones encontradas surgen varias preguntas: ¿Qué hizo cambiar a los Sepúlveda de opinión tan rápido? ¿Fueron las promesas incumplidas de los miembros del Centro Democrático que dizque “ofrecieron ayudarlo”? ¿O fue acaso que la presión de la Fiscalía resultó tan grande que el hacker decidió rendirse a cambio de irresistibles gabelas para él y los suyos? ¿Cabe la posibilidad de que este angelito que escribía en su twitter que le provocaba asesinar a todo el mundo tuviera un ataque repentino de arrepentimiento?

¿A cuál Sepúlveda creerle y por qué atribuirle veracidad a una versión y rechazar la otra?

Si la base de las investigaciones preliminares es la mención de ciertos nombres por parte del hacker, habrá que ver cuándo se inician las pesquisas contra el vicefiscal o contra el director de la Dirección Nacional de Inteligencia o contra quienes haciendo parte de las Fuerzas Militares se hicieron los de la vista gorda y permitieron el supuesto tráfico de información confidencial y las presuntas chuzadas al equipo negociador del Gobierno.

¡Pruebas al canto! A los mentirosos como ‘Popeye’ o como el hacker Sepúlveda y su hermano, que un día dicen una cosa y al otro cambian de opinión, cabe aplicárseles la sana crítica testimonial y pedirles sustento de sus aseveraciones. A punta de ‘decires’ no se condena a nadie en los sistemas serios de justicia en el mundo. ¿Es serio este fiscal y es serio nuestro sistema judicial? Permítanme dudarlo…

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