REDISEÑANDO NUESTRAS FUERZAS ARMADAS

Con la creación de un Comando Militar de Transición al mando de un General activo y aposentado en el Comando General de las Fuerzas Militares, se empiezan a rediseñar las misiones de nuestras Fuerzas Armadas para un país supuestamente en paz, sin amenazas internas ni externas: postconflicto que llaman algunos burócratas que juegan a la guerra y la paz desde sus pulcros escritorios bogotanos.

Tales funciones son una mezcla de lo clásico con lo moderno. Tareas tradicionales como el mantenimiento de la Soberanía, en un país que no tiene ningún control del Teatro de Operaciones Cibernético, ni tan siquiera de la órbita geoestacionaria; o como la de la Integridad Territorial, vigilancia y defensa de las fronteras, cuando las de Ecuador y Venezuela están bajo el control del narcotráfico fariano.

La protección de apetecidos recursos naturales: agua, petróleo, minerales, es una tarea nueva que se asignará a los militares, aunque ya vienen luchando sin éxito contra la minería ilegal. Y para rematar, la entrega de la seguridad interna a una jerarquía civil uniformada y politizada, llamada Ministerio de la Seguridad.

Mientras el gobierno de Santos vincula nuestros militares a la Otan -que ahora enfrenta a los rusos de Putin en la frontera Euroasiática- y trata de mantener la unidad emocional de la institución armada en el país, en el vecindario las cosas para los militares también cambian.

En Ecuador, el ministro coordinador de Seguridad ya les aclaró que "Las FF. AA. ya no son garantes de la democracia, ahora garantizan derechos y libertades ciudadanas…".

La Ministra de Defensa, una poetisa, dijo que "las Fuerzas Armadas son un cuerpo (…) multifuncional…" encargado de "… la defensa de nuestros recursos estratégicos…", todo dentro del Plan Nacional del Buen Vivir de Correa y su Congreso.

En Venezuela, los militares ahora sirven a un partido político, el PSUV, mientras, impávidos, ven sus inmensas riquezas petroleras evaporarse en medio de retórica barata y a sus conciudadanos y a su país hundirse en la inseguridad, la carestía, la inflación, el aislamiento, la cubanización en una palabra.

Así, en medio de unas fuerzas armadas venezolanas superequipadas con material bélico ruso y convertidas en mudos testigos de un explosivo desastre interno, y las ecuatorianas, en proceso de reducción de su pie de fuerza y reorientación política de sus funciones constitucionales, están nuestros militares, desconcertados en su esfuerzo por enfrentar un grupo narcoterrorista que insiste en llegar al poder para refundar el país al mejor estilo estaliniano.

¿Qué rumbo tomarán nuestras Fuerzas Armadas? ¿Se politizarán y convertirán en otra Guardia Pretoriana latinoamericana? Pecado en materia grave. Pecado mortal. Ante lo cual es más válido que nunca recordar aquel aforismo latino de gran sabiduría política: Si vis pacem para bellum.

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