Datos escalofriantes

El informe del DANE sobre seguridad ciudadana, recogido por El Tiempo en la edición del domingo  pasado,  produce miedo. Seiscientas casas robadas y cinco mil doscientos treinta y dos personas atracadas cada día. Más de tres millones de ciudadanos, aproximadamente el  7 % de la población colombiana, son víctimas de un delito cada año. Entre tanto el gran debate sobre la reforma a la justicia es si se le quita a las Cortes su facultad de elegir funcionarios públicos y qué hacer con hacinamiento en las cárceles.

Sobre lo primero aún cuando es un asunto de muy mala presentación poco tiene que ver con la gente del común. En cuanto a lo segundo es evidente que un número tan elevado de delitos significa que también hay un número elevado de delincuentes, y si al menos una parte fuera detenida no habría dónde alojarlos. Porque de la misma manera que el Estado es incapaz de hacer las vías urgentes tampoco ha podido hacer cárceles aún cuando para ello se han destinado miles de millones provenientes de la extinción de dominio a los traficantes y corruptos.

Bueno, hay que aclarar, los recursos están destinados pero no aparecen porque la entidad encargada de administrar los bienes en proceso de extinción ha debido ser intervenida… por corrupción. A todas estas ¿Dónde está el gobierno? Por ahí repartiendo prebendas y atacando a la oposición con una fiereza desconcertante mientras clama por la paz con los secuestradores e instaladores de minas antipersonales. Todo un sainete si no fuera por lo grave del asunto.Una situación así requiere de medidas serias, no debates académicos sobre si la pena es para resocializar al delincuente o la eficacia detención preventiva.

En Nueva York se logró reducir la criminalidad de una manera radical con una medida simple; a la tercera vez el reincidente es condenado a una pena efectiva de muchos años, básicamente es excluido de la sociedad. Para eso tuvieron un alcalde como Guilani. Aquí ni pensarlo, no tenemos funcionarios con ese carácter, solo fiscales politiqueros y políticos faranduleros. De modo que a buscar otras soluciones eficaces como cargar el amuleto de la buena suerte, porque el ensayo de la autodefensa tampoco funciona.

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