Yoani Sánchez: la tecnología está creando una revolución ‘underground’ en Cuba

La famosa bloguera cubana Yoani Sánchez gusta de bromear sobre un monumento ficticio a la libertad que podría erigirse algún día en la Cuba post-Castro. Además de un líder democrático, e imágenes de las personas anónimas amantes de la libertad que se enfrentaron al tirano, el monumento que imagina Sánchez mostraría además una gigantesca unidad de memoria flash. Esta pequeña invención tecnológica, de acuerdo con Sánchez, ha echado a andar a la sociedad cubana entera.

“Durante muchas décadas, los cubanos solamente podían encontrar en los estanquillos periódicos estatales, pero la memoria flash rompió el monopolio que el gobierno tenía sobre cualquier información”, dijo Yoani en su discurso titulado “La revolución underground en Cuba” aquí durante el Foro de la Libertad de Oslo.

A pesar de un acceso muy limitado a Internet (incluso la empobrecida Haití cuenta con mayor acceso a Internet que Cuba), los medios sociales conectaron a disidentes esparcidos y los ayudaron a hacer público su mensaje como nunca antes. Yoani puso como ejemplo al veterano disidente cubano Guillermo Fariñas, cuyas ideas circulan en la actualidad por las calles de La Habana y en otras ciudades importantes.

La generación más vieja de opositores no tuvo ese alcance. Por ejemplo, el difunto disidente Oswaldo Payá abogaba por el Proyecto Varela, el cual llama al derecho a celebrar un referéndum, pero su campaña pasó sin ser notada en la mayor parte de Cuba.

“Tuvimos disidentes muy valientes que sacrificaron mucho, pero tenían una capacidad muy limitada de contar su programa o sus proyectos políticos”, afirmó Yoani en una extensa entrevista, refiriéndose a su generación como afortunada por estar experimentando el florecimiento de los medios sociales. Ella expresó su dolor al hablar acerca de muchos disidentes que han muerto durante los años sin una oportunidad de publicar su obra en Internet, o al menos de ser escuchado frente a grandes públicos de Internet alrededor del mundo.

“Yo puedo decir que ahora no conozco a ningún opositor que no tenga un teléfono móvil, un Twitter, un blog o una cuenta de Facebook”, dijo, admitiendo las limitaciones a la Internet. Los cubanos ahora solamente pueden recibir acceso a Internet en unos 118 lugares designados por el gobierno. Las conexiones privadas de Internet solamente pueden ser usadas por miembros del Partido Comunista o de las Fuerzas Armadas. Pero Yoani y sus colegas disidentes encontraron una manera de darle la vuelta a esas restricciones, y llaman a su estrategia “el efecto boomerang”. Primero, la información independiente sale al mundo a través de un feed de Twitter, para regresar a la isla a través de diferentes canales de comunicación.

Por ejemplo, un disidente envía un mensaje de Twitter diciendo que una casa en ruinas en La Habana se derrumbó, y describe la ubicación exacta de las ruinas. Entonces alguien de la comunidad cubana que vive en el extranjero, que es de tres millones, lee el mensaje de Twitter y llama a algunos de sus amigos o vecinos que viven cerca de esa área para decirles lo que ha ocurrido. Pronto, la información que pudo haberse omitido intencionalmente en la prensa estatal se difunde por el barrio y más allá de él.

Además, la tecnología brinda a los disidentes una herramienta que podría burlar el aparato represivo del régimen de Castro o por lo menos combatir la incesante propaganda y el acoso castrista. Por ejemplo, si un policía golpea a alguien en la calle, un transeúnte lo puede filmar en un teléfono celular. Es cierto que, debido a lo limitado del acceso a Internet en Cuba, el número de smartphones allí es bastante bajo todavía, pues se estima que hay apenas dos millones de dispositivos en un país de once millones de personas. No obstante, el potencial para documentar los abusos se enfrenta a la narrativa gubernamental de que no existe el abuso.

Hoy, mientras Yoani era entrevistada, se le ocurrió la metáfora de un caldero de sopa, lo cual significa que hay algo cocinándose en la sociedad cubana. Uno de los principales ingredientes de esta “sopa”, afirma ella, es la tecnología que ha ayudado a despertar a los ciudadanos a expresarse. Si, hace diez años, la disidencia consistía en apenas un pequeño grupo de activistas políticos, la situación ahora es dramáticamente distinta. “Ahora somos disidentes todos. Hay blogueros, video juegos inventores, artistas de hiphop, activistas luchando por derechos de los gays y lesbianas o otros luchando por justicia racial. Es caótico, desordenado, todavía muy fragmentado, pero es una explosión de actividad cívica”, afirma Yoani.

La pregunta es: ¿podrían los cubanos, empoderados por una información libre y sin censura, levantarse en contra del régimen? ¿Podrían protestar en las calles exigiendo que los Castro renuncien al poder?

Mirta Ojito, la autora y ex profesora en la Universidad de Columbia en Nueva York, dijo hace algún tiempo que ella temía que Cuba se estaba encaminando hacia una prolongada dictadora aun sin los hermanos Castro en el poder. “Me temo que los cubanos en la isla, aun cuando se vayan los Castro, tolerarán de algún modo a un nuevo dictador o a un autócrata si les brindan más libertades económicas”, dijo recientemente en Miami Mirta, quien escapó de Cuba en 1980, y calificó a esos regímenes de “repúblicas bananeras”.

Yoani toma en serio opiniones como la de Ojito, pero ella cree que el régimen castrista se derrumbará después de la muerte de los hermanos Castro. “El castrismo no se puede prolongar mas allá de la muerte de los hermanos. El castrismo siempre fue un régimen muy personalizado, fue un sistema de hipnosis que provoca este hombre. Sin él, el régimen no puede sobrevivir”, afirma Yoani, y pronostica que en cinco años Raúl Castro ya no será capaz de gobernar.

Es evidente que Yoani Sánchez cree que los hermanos Castro ya perdieron la batalla frente a su amado dispositivo llamado memoria flash. Como ella señaló durante su discurso, la revolución tecnológica es distinta de la revolución de Castro en 1959. “Esta ‘pequeña’ revolución tecnológica no nos condujo a la dictadura, sino a la democracia. No nos trajo armas, sino memorias flash. No nos trajo soldados, sino ciudadanos”.

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