‘Algo muy grave va a suceder en este pueblo’ (el proceso de ‘paz’)

Invitar a Uribe no era más que una jugada estudiada para oxigenar o anestesiar el creciente descontento sobre el proceso ante la opinión pública.

Ya han pasado dos años desde que comenzó el proceso en La Habana, con un irrefutable saldo a favor para las Farc: ¡la división del país! División en la cual ellos han sabido muy bien edificar su “reinado”, con el abono del Gobierno: al comienzo tildó de “enemigos de la paz” a todos los opositores del proceso; luego, calificó de “irracional” la posición del Centro Democrático por los 52 (ya son 68) cuestionamientos a los acuerdos con el grupo terrorista Farc, y con un insospechable bandazo el Presidente terminó por invitar públicamente al expresidente Uribe para hablar con “criterio patriótico” sobre el proceso. Invitación a la cual me atrevo a vaticinarle –sin lenguaje críptico de centurias, tarot, tabaco o cuartetos– un futuro que se parece –peligrosamente– a un cuento de Gabriel García Márquez: ‘Algo muy grave va a suceder en este pueblo’.

Por resultados muy endebles en materia de seguridad, un ministro de Defensa cuya cartera parece más una camisa de fuerza, el incremento terrorista de las Farc, el desparpajo de sus declaraciones desde Cuba y –además– el desfile turístico de sus comandantes por el “paraíso” cubano, el propio Gobierno no podía darles la espalda a semejantes perlas que pululan en las redes sociales; no obstante, el cambio de adjetivos descalificativos por “invitaciones” da para pensar o decir nuevamente: “algo muy grave va a suceder en este pueblo” después de tan “magna” y sonora invitación…

Pero ¡¿por qué el presidente Santos en solo dos días cambió de discurso?! Para el 18 de octubre, el Jefe de Estado, desde Cali, calificó de “irracional” la posición del Centro Democrático por los 52 cuestionamientos a los acuerdos con el grupo terrorista Farc y afirmó: “Últimamente algunos publicaron dizque 52 capitulaciones del Estado colombiano frente a la guerrilla en las conversaciones de La Habana”. Dos días después, desde su cuenta personal en Twitter, el bandazo: “Invito al senador @AlvaroUribeVel a que nos reunamos y hablemos, con criterio patriótico, de paz. #TodosPorLaPaz ”. Actitud que –incluso– debió despistar por completo a los pacifistas de nómina y al enajenado ejército de escribanos y caricaturistas que defienden el proceso a cualquier precio. Un maquiavélico café con tintes de cicuta que –creo– obedece más a un cálculo de observación porque muchos sectores ya manifiestan sus dudas sobre la dinámica del proceso, el premeditado anquilosamiento de las Farc en Cuba, su turístico plan rotativo con declaraciones totalmente antagónicas a las emitidas por los voceros del Gobierno y su lento desarrollo cuando la “paz” estaba de “un cacho”. Por eso invitar a Uribe –considero– no era más que una jugada estudiada para oxigenar o anestesiar el creciente descontento sobre el proceso ante la opinión pública.

Y es que verdaderamente creo que “algo muy grave va a suceder en este pueblo” si el Gobierno continúa inflando su demagógico “proceso de paz” con terroristas cuya brújula solo apunta a sus intereses personales, y reitero demagógico porque lo considero un irrespeto hacia el historial de sangre, miseria y mofa que esta mostrenca guerrilla deja siempre como firma de fracasados procesos. Ergo, su “revolución” también se me parece mucho al iluso ensayo de Kant titulado ‘Proyecto para la paz perpetua’ en el cual sostenía que solo las monarquías desencadenaban las guerras… ¡Ja! Pobre Kant, solo le faltó exigir canonizaciones colectivas para las “pacíficas revoluciones”. Ejemplos me sobran, pero le reconozco muchos más sesos y elocuencia que a ‘Timochenko’ y compañía.

El proceso que, según el Gobierno, “no duraría mucho tiempo” terminó siendo adobado con estigmas para cualquier oposición, onerosas pautas publicitarias; el soso guion de irritación en gavilla interpretado por ciertos limacos; vociferaciones y vestiduras rasgadas por parte de los voceros del Gobierno, con estudiada indignación antes los micrófonos; arengas de “posconflicto” con trazos imaginarios de paraíso terrenal y un nuevo sol para el país; pero faltaba la cereza final en el postre de la estrategia para que Santos pudiera lavarse las manos en cualquiera de los hipotéticos desenlaces que pueda tener el proceso: ¡invitar a Uribe! Culpable si hubiera aceptado y doblemente culpable por no haber aceptado.

“Algo muy grave va a suceder…” ¡NO, algo muy grave y muy evidente está ya pasando!

P. S.: “Yo dije que algo muy grave iba a pasar, y me dijeron que estaba loca”.

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