¿En qué se fue la plata?

Hubo muchos proyectos locales y regionales. Los corruptos y la 'mermelada' politiquera se llevaron una buena tajada.

La acción de Ecopetrol, que hace meses era la niña bonita de las bolsas, se vino abajo: de los 5.700 pesos que cotizaba en enero, esta semana cayó por debajo de 1.900. El derrumbe mundial del precio del petróleo, de 110 dólares a apenas 60 por barril, explica parte del desplome. Pero no todo.

Hay tres razones más: la baja de la producción del país, que este año será de unos 21.000 barriles diarios menos, en promedio, que en el 2013; los casi nulos hallazgos en un país cuyas reservas se agotarán en el 2021 (que Ecopetrol no encuentre petróleo es como que un equipo de fútbol no meta goles), y la reforma tributaria, que le arrancará a la compañía parte de sus recursos para explorar. Los mercados se han dado cuenta y castigan la acción y, con ello, a decenas de miles de colombianos que apostaron allí sus ahorros.

Pero hay más: por cada peso de baja en el precio del petróleo, la Nación deja de percibir 400.000 millones de pesos al año. Como el Gobierno hizo los cálculos presupuestales para el 2015 con un precio de 98 dólares el barril, la caída de casi 40 dólares significa un hueco fiscal de cerca de 16 billones de pesos, mucho más que los 12,5 billones que espera recaudar el Gobierno con la durísima tributaria aplicada al sector productivo.

Es cierto que la devaluación acentuada del peso frente al dólar significará que los dólares que reciba Ecopetrol por sus exportaciones se volverán más pesos, pero eso apenas tapará una parte del hueco, entre otras cosas porque la compañía se ha endeudado muchísimo, y esa deuda la tiene que pagar en revaluados dólares. Lo mismo le pasa a la Nación: con la devaluación tendrá que apropiar más pesos para pagar la deuda del país, que es en dólares.

¿Qué va a hacer el Gobierno para tapar el hueco por esta caída de precios del crudo que, según muchos analistas, durará al menos todo el 2015? ¿Una emergencia económica? ¿Un duro recorte presupuestal que ahogue las inversiones en infraestructura y vivienda social, las únicas que pueden empujar el crecimiento económico?

Entre tanto, muchas compañías petroleras se están yendo. El año cerrará con 110 pozos explorados –con escasos hallazgos–, menos que en el 2013 y mucho menos que la meta trazada por el Gobierno. La reforma tributaria acabó de asustar a los que ya estaban preocupados por la demora en las licencias ambientales, las consultas a las comunidades y la renovación de los ataques de la guerrilla a los oleoductos. Mientras tanto, en México, la nueva legislación petrolera está atrayendo a los capitales que podían venir a Colombia.

Todo indica que está por concluir un gran boom que, durante los cuatro años que Juan Manuel Santos lleva en el poder, le significó a la Nación ingresos directos por unos 70 billones de pesos. ¿Aprovechó el país esos recursos para impulsar una reconversión industrial que fortaleciera a ese sector y lo preparara para ser el gran motor exportador cuando la fiesta petrolera terminara? No. ¿Lo aprovechó para hacer la revolución de la infraestructura que volviera, por fin, más competitivo al país? No. Esa revolución apenas arrancó este año y ojalá que la estrechez fiscal no le corte las alas.

¿En qué se fue la plata? Hubo muchos proyectos locales y regionales, unos mejores que otros. Los corruptos y la ‘mermelada’ politiquera se llevaron una buena tajada. También ayudó a tapar el hueco pensional y a financiar el barril sin fondo de las tutelas de la salud. Y a girarles apresurados cheques a los sectores que se declaraban en paro en la etapa previa a la reelección del Presidente. Pero no hubo jamás un gran plan nacional para dirigir esos fondos a proyectos estratégicos que llevaran al país por una senda clara de inversión industrial y agroindustrial, generadora de empleo, y lo prepararan para el día en que el pozo del petróleo comenzara a secarse.

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