La decadencia del Alba

Diez años pasaron desde que Hugo Chávez y Fidel Castro le dieron vida al Alba y ahora con el primero ausente y el segundo a la sombra, el organismo de la izquierda radical parece agotado y famélico. Una década parece buen tiempo para hacer balances y este no resulta para nada positivo.

La Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América, que vio la luz como una respuesta rebelde al Alca estadounidense, se infló desde Cuba gracias al dinero del venezolano y al simbolismo de Fidel. Lo cierto es que las mejores épocas del grupo, si es que las hubo, ahora parecen polvorientas justo cuando Nicolás Maduro se muestra como un juguete sostenido en torpezas y el deterioro del precio del petróleo golpea las intenciones expansionistas del chavismo.

La celebración de los diez años del Alba, que reunió a los miembros este pasado fin de semana en La Habana, fue una lluvia patética de discursos repetidos, acusaciones de complots internacionales y arengas de volumen alto y baja sinceridad. Dibujos políticos de paisajes soleados que tratan de ocultar unas realidades preocupantes y oscuras.

Nuestro continente ha gastado horas y tinta en dividir a los países y sus gobiernos en izquierda y derecha, sobretodo en lo que va de este siglo XXI. La realidad más contundente es que dentro de cada tendencia hay presidentes eficaces y congruentes de un lado y corruptos e ineptos del otro. El Alba, para desgracia de sus alentadores, parece que escogió a sus líderes de la bolsa de los inoperantes. Si la izquierda tiene grandes representantes -como realmente los tiene- estos se quedaron por fuera de la organización bolivariana.

Y están fuera, justamente, porque el Alba nació sin pies y ahora no tiene cabeza. En el naipe de ofertas políticas de un hemisferio que busca nuevos caminos se difumina el estilo que imponen los de Caracas y los de Cuba. Uno de frases prefabricadas y temores geopolíticos de otras eras.

A pesar de la foto de los líderes sonrientes sería sensato decir que será difícil ver al Alba celebrar luego otra década de vida. Esta que pasó, con pirotécnica pero poca eficacia, con más proyectos que realidades, terminará por ser el recuerdo de una rebeldía sin rumbo que lastrará su futuro.

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