Chupo sangre, luego existo, dice el chikunguña

El amigo imprudente con una piedra ha de matar el mosquito en tu frente. Anónimo

René Descartes nos enseñó la fórmula “Pienso, luego existo” que expresa uno de los principios filosóficos fundamentales de la filosofía moderna, el racionalismo, en el sentido que mi propia existencia, es indudable, algo absolutamente cierto, una autoridad, a partir de la cual puedo establecer nuevas certezas, o cuestionarlo todo. Pero… en qué convierto esa certeza a partir de la autoridad indubitable del yo, es otro cantar; pues el yo como principio sostenible, rector de los otros, necesita un andamiaje; solo no se sostiene. En cambio el mosquito del chikunguña sí lo hace, no necesita argumentos. En 1957, el primer presidente de Ghana, Kwame Nkrumah, sugirió erigir una estatua al mosquito como símbolo del único poder que se enfrentó exitosamente a las tropas colonialistas. Y parece que la historia se repite en Colombia, enfrentándose al Ministro de salud.

En la edición de El Tiempo del 30 de diciembre, como un despido con augurio de mejores tiempos, leemos el titular: “Sí estábamos preparados para la enfermedad’ y pareciera que el maldito mosquito se nos hubiera posado en la frente porque argumenta el Ministro: “Aquí hemos hecho una labor pedagógica desde el comienzo. En emisoras regionales estamos haciendo pedagogía. Uno siempre puede decir que algo faltó, pero nosotros nos estamos preparando desde hace más de un año para la llegada del chikunguña”. Para el Ministro ‘prepararse’ significa saber que hay 74.566 pacientes confirmados, que el subregistro puede ser de 150.000, pero que en sus primeros cálculos, el Gobierno había estimado un pico de 670.000 casos, en un plazo de seis meses; y es esperar los resultados de laboratorio para saber si se trata del mosquito u otra cosa, mientras la gente padece; es decir, contentarnos con ‘saber’ que la previsión apocalíptica no se cumplió. Pero en Santa Marta, que no son bobos, en una rápida encuesta en el camellón, me dijeron que el gobierno los había abandonado. Eso no es estar preparados, ministro, sino saber matemáticas. Estar preparados es que el chikinguña no encuentre hotel de lujo donde alojarse: los charcos; fumigar y fumigar, vigilar a los niños en sus juegos al aire libre; embadurnarlos de repelente, explicarles; acompañar a la gente cuando nada más se puede hacer; suspender los paseos a la Sierra, a pesar de las protestas de los guías que no pueden controlar el riesgo del mosquito en su ambiente natural, crear conciencia social sobre el tema.

En su excelente columna “¿Analfabetismo funcional?” (El Tiempo, 12.30.14) escribía Saúl Hernández Bolívar sobre un analfabetismo que pasa desapercibido en diferentes áreas de la vida: tecnología, lectura de mapas, matemáticas, política, etc. Yo le agrego el analfabetismo sobre el alma y el cuerpo, comenzando con los procesos equivocados de pensamiento (falacias) con los que pretenden manejarnos como lo ejemplifica el Ministro de Salud, y el ignorar cómo prevenir las diferentes enfermedades que debería ser un tema desde el parvulario. Para la edad adulta deberían existir centros de educación para: prevención de enfermedades sexuales, las de los diferentes riesgos del corazón, las relacionadas con hábitos de vida y pensamiento, adicciones, etc. pues los médicos, con los escasos 15 minutos que les da el sistema para atendernos, NO TIENEN TIEMPO PARA EDUCAR. ¿¡Cómo carajos entonces se puede hacer medicina preventiva con el chikunguña!? Como los noticieros, titulares de prensa, editorialistas y columnistas son los que pretenden educarnos, la cosa debería comenzar en el colegio con una cruzada quijotesca en la defensa de la lectura de libros, para enseñar a pensar, no de tabletas; pues más necesaria que una cátedra de la paz, se impone la educación preventiva de las diferentes medicinas para el cuerpo y el alma mediante el pensamiento crítico; ahí la paz sería un tema que, sin una educación de la voluntad en el autocontrol y el intelecto, es una pérdida de tiempo y de dinero, pues el pensamiento incorrecto o deshonesto es el que nos lleva al desastre económico, social, político y militar.

En los años 60 los Profesores William Burton, Roland Kimball y Richard Wing descubrieron que los flamantes admitidos a la Facultad de Leyes de Harvard ¡No sabían pensar! Escribieron “Hacia Un Pensamiento Eficaz” (Editorial Troquel, Buenos Aires, 1965), pues si no es posible cómo enseñarle a pensar a una persona, podemos ayudarle a adquirir conciencia de ciertas convenciones y procesos de pensamiento válido, de ciertas trampas, falacias, y fuentes de error y HACERLA SENSIBLE A TODO ESO, pues no hacerlo nos puede costar la vida.

El caso de la mortal tolerancia de contradicciones sobre el chikunguña, el de las vacunas contra el virus del papiloma humano, los diferentes engaños y subterfugios sobre el proceso de paz, los múltiples engaños de políticos, maleantes de todo tipo y de cuello blanco, son ejemplos de la falta de pensamiento crítico en una sociedad. La cosa se recuerda, si está en un titular, pero no impacta la conciencia profunda de las personas como algo de importancia vital. Esa es la verdadera tragedia, no el mosquito. La tragedia es cuando un ser humano, libremente, imita al mosquito. Un grupo puede decir entonces : Hago la revolución, luego existo; odio a Occidente, luego aterrorizo. ¿Entendemos el destino del chikunguña? Algunos políticos, de manera indolente dicen que el bicho llegó para quedarse. ¡Que Dios nos guarde de los bípedos chikunguñas!

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