Los partidos son las organizaciones básicas para que funcione la democracia. Si los partidos son aglomeraciones anárquicas que solo son apariencias de asociaciones de individuos con cédula de ciudadanía, mal resultará la administración de la cosa pública si llegan al poder. Si los partidos no son el instrumento colectivo de una parte del pueblo para que se cumpla un programa social y económico, sino solo un espacio en el tiempo electoral de agitación banderil para que luego de pasar las elecciones solo quede la fachada en manos de los congresistas, ese tipo de partidos son meras élites sin sustento popular estable. Si un partido es el contubernio de unos cuantos dirigentes que montan un negocio electoral para incidir en la contratación pública, eso no es un partido sino una asociación para delinquir.
Existen también otros problemas en las organizaciones políticas que se precian de dirigir la nación. Si los partidos no forman sus militantes en democracia y ciudadanía activa, no podrán conducir la República en los términos que garantizan la democracia como sistema político. Un elemento de análisis en la composición y funcionamiento de los partidos colombianos es constatar su vocación de legalidad interna y por lo tanto el cumplimiento y respeto de sus estatutos. Señalan las noticias recientes que en uno de los partidos de gobierno se abrieron las troneras por la disputa de los avales. Los congresistas asumen la “propiedad” de los partidos y emulan entre ellos concediendo avales a los candidatos de su cuerda, ante las próximas elecciones del 26 de octubre de carácter regional para escoger gobernadores, alcaldes, concejales, diputados y ediles. Lo grave de este calendario electoral es que el Presidente Santos meterá en la misma bolsa el referendo que legitime o rechace los acuerdos con las Farc, lo cual es un factor explosivo que desnaturaliza la contienda normal.
En el Partido Centro Democrático comienzan a aparecer brotes de desconocimiento de los Estatutos fundacionales que hasta ahora no habían sido estrenados siquiera. Un hecho singular positivo es que se han registrado ya cien mil militantes, único partido en Colombia que puede mostrar sus afiliados de carne y hueso carnetizados. Debe ser que la inexperiencia, sin embargo, está llevando a algunos directivos y aspirantes a proponer fórmulas no estatutarias para la elección interna de los candidatos a la Alcaldía de Medellín, que podrían infestar la selección democrática en otras instancias municipales y departamentales. Proponen suplantar las convenciones estatutarias por una consulta basada en encuestas, lo cual está contemplado también en las normas del Partido. Pero lo incorrecto es que quieren que las encuestas se hagan abiertas a la ciudadanía de todas las corrientes políticas, cuando de lo que se trata es de una definición y participación de la militancia. Los estatutos del CD son reiterativos en el respeto y convocatoria a sus miembros. Así lo señalan los artículos siguientes:
Art. 12. Derechos y Deberes, numeral 2: elegir y ser elegidos en todas las instancias democráticas internas.
Art. 32. Consulta interna.
A medida que el Partido avance en su proceso de carnetización, la Dirección Nacional podrá cambiar el proceso de selección de candidatos a través de convenciones por consultas internas donde solo participen los miembros del partido carnetizados.
Ahora bien, si los convencionistas solo pueden ser miembros del Partido, debidamente carnetizados y reconocidos, como lo indica el art. 66, con igual razón quienes resulten ser los consultados estadísticamente selectos en una o varias encuestas decisorias.
Por analogía y por un mandato de interpretación derivado, ningún precandidato, ni miembro de dirección local, ni siquiera el Presidente del Partido puede dislocar el sentido y el espíritu de participación interna de los militantes con el derecho exclusivo de escoger a sus candidatos, por los métodos estatutarios.
