El punto G de enero

Así como hay ricos que lo único que tienen es plata, enero lo único que tiene son días. Es de los siete ricos del almanaque con 31.

En su jurisdicción de horas se dan las cabañuelas que gradúan a todo el mundo de meteorólogo, esos arúspices del tiempo a los que conviene creerles, paraguas en mano.

Por el talante climático de los primeros días se deduce cómo será el tiempo el resto del año. Pero nadie es lo suficientemente vago como para seguirle el rastro al clima doce meses, sólo para comprobar si las cabañuelas son infalibles como el papa Francisco o no.

Los reyes magos son parte del paisaje de fin y principios de año. Reyes de burlas, monarcas de ninguna parte, a partir del seis saldrán por chatarra del “imaginario colectivo” como dicen los socialbacanos.

Una cosa les envidio a los reyes magos: sus limusinas del desierto, también apodadas camellos, esos paquidérmicos, tortuguientos cuadrúpedos que nunca morirán de estrés. Un camello se puede tomar un semestre para consumir segundos-arena. Viven hasta que mueren y son capaces de atravesar las dunas –poemas de arena- sin probar “bocado” de agua.

No es de fiar enero. Sobre todo este de 2015 que tiene un martes 13 en su inminente futuro. Solo para los gatos el martes 13 es día de buena suerte. Este año aprovecharán este mes y octubre para recargar las baterías que les permitirán conservar intactas sus siete vidas.

No sé por qué les tengo idea a los meses de 31 días si ninguno de ellos me ha robado un peso, me debe plata, ni se quedó con ninguna novia.

Tal vez era Sábato quien recomendaba no morir en enero cuando no hay nadie en la cuadra que te llore. (Ahora que soy millonario en tiempo libre, estoy pensando alquilarme para llorar en entierros de principios de año. Soy de lágrima fácil, fluida, caudalosa, elegante, alegre, tierna. Hagan sus pedidos con tiempo).

Enero es tierra prometida para los voyeristas del zodíaco que llegan con sus predicciones debajo del sobaco. Los que vamos por la vida sin fijarnos metas sabemos que no hay más futuro que el aquí y el ahora (por favor, no me vayan a poner esta frase de lápida).

Está bien hacer propósitos estos días. Lo descabellado es esperar a que se cumplan. Nos quedaríamos sin agenda. Ningún consejero mejor que el azar. Dejémoslo que trabaje por nosotros. ¡Y ayudémosle trabajando!

Acaso la bronca con enero se deba a que es época del incremento salarial fijado por el Gobierno después de la pantomima de la discusión del mínimo.

Pero alguna virtud debería tener: le pone tatequieto a los gastos alegres de diciembre, disneylandia del almanaque. Pensándolo mejor, bienvenido enero porque nos aterrizas. Recibe un reverendo beso en tu punto G.

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