Globos y espejismos

Acostumbran quienes quieren promover un cambio, lanzar globos alusivos para observar las reacciones de quienes se verán afectados y, con base en ellas, idearse las estrategias que mitigarían las respuestas negativas de la comunidad involucrada. En este gobierno son muchos los globos y muchos los olvidos que han pretendido conseguir, pero no podremos dejarnos engañar; si se quiere la paz esta debe ser con base en justicia y reparación reales, no podremos aceptar una por decreto.

Algunos de esos adminículos se elevaron y perdieron y otros han caído, pues su combustible se les agotó muy rápido. El primero de ellos fue negar rotundamente que se estuviesen dando esas conversaciones ahora asentadas en La Habana. Fue tal el rechazo que los promotores de las mismas tuvieron que aceptar el hecho y darlas a la luz pública sin reato.

Después se dijo que el tiempo de duración de ellas serían unos pocos meses. Llevamos más de dos años y de aquello nada, como diría el locutor. Simultáneamente se aprobó en el Congreso la Ley de Justicia Transicional con tantas ambigüedades que a estas horas nadie sabe cómo se aplicará; para lograrlo negaron hechos evidentes de atentados por las Farc. Un globito que cayó al instante, pues su aire estaba totalmente viciado.

Apelar a la mala memoria colectiva dejando de mencionar hechos palmarios buscando ese olvido colectivo, es otro tipo de globo que no se deja elevar; así nos introducirían en un mundo equivocado desde el punto de vista de la justicia, el desarrollo y la libertad individuales. El hecho es que, si lo permitimos, nos cambiarían nuestro sistema democrático imperfecto por un totalitarismo de Estado imposible, caduco, lleno de corrupción, injusto, castrante para el individuo y, sin lugar a dudas, el peor de todos los sistemas de organización social que se han ideado para cualquier conglomerado humano.

Si tuviésemos el desarrollo espiritual colectivo que se tiene en otros pueblos del mundo en donde: el respeto a la ley es natural, la convivencia fluye, todos tienen oportunidades, el acceso a la salud es universal, las necesidades básicas están cubiertas, el trabajo no es un privilegio, la educación es superior en calidad y cobertura y la corrupción es la excepción ¡vaya!, hasta podríamos soportar algún devaneo insustancial con el socialismo, pero en nuestro subdesarrollo moral y espiritual no entendemos esos conceptos de justicia, respeto, transparencia, convivencia e igualdad de oportunidades.

Aquí: “el vivo vive del bobo y el bobo de su trabajo”. Ese folclorismo esencial en nuestro comportamiento, da pie para que tengamos la delincuencia organizada más antigua del mundo; casi sesenta años de terror, narcotráfico, atentados, reclutamiento de niños, explotación ilegal de la minería, extorsiones, secuestros y toda esa barbarie y no lograron lo que supuestamente pretendían: “tomarse el poder para cambiar el rumbo del país y dirigirlo a instancias superiores de progreso” (¡Pamplinas! No había caído en la cuenta).

De verdad nunca les interesó esa posibilidad, pues no estuvieron enfocados hacia ese objetivo, lo que pasa ahora es que de improviso apareció en el horizonte un gobierno espurio que quiere conseguir notoriedad logrando una paz de papel que se romperá con el primer ventarrón de inconformidad colectiva.

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