Maduro no despeja dudas

En su discurso, el Presidente Maduro no adoptó el tipo de medidas que le aseguren a Venezuela un mejor futuro. La retórica prevaleció sobre las decisiones. Las dificultades se ahondan.

La situación económica que vive Venezuela no pareciera ser la de una nación que posee las mayores reservas mundiales de petróleo y la cual hasta hace muy poco disfrutó una gran bonanza resultado de unos precios históricos del crudo.

Una buena gestión de esta riqueza hubiera evitado que los venezolanos tengan que padecer a diario el racionamiento y las grandes filas para acceder a los artículos más básicos y esenciales.

Sin embargo, los errores políticos y de manejo económico de los gobiernos de Chávez y Maduro han hecho de ese país el de mayor riesgo económico del mundo porque, como lo destacó la revista The Economist, es el peor administrado.

Ello ha derivado en que las agencias calificadoras de riesgo, como Moody´s, hayan rebajado la calificación de los bonos venezolanos en dólares. Según esta entidad, el país presenta un notorio incremento del riesgo de colapso económico y financiero.

A finales del año pasado, el connotado economista venezolano Ricardo Hausmann se preguntaba en un controvertido artículo si Venezuela está en trance de cesar el pago de su deuda. Su respuesta es que “los mercados temen que sí”. Precisamente, en estos días el riesgo país, medido a través del índice de JP Morgan, se disparó.

De otra parte, el FMI estima que en 2015 la economía venezolana se contraerá 7,0 por ciento. Según el Fondo, la pérdida de ingresos de exportación, producto de la caída del precio del petróleo, ha agudizado los problemas fiscales y la recesión.

Frente a este complejo panorama, en su reciente discurso ante la Asamblea Nacional el Presidente Nicolás Maduro presentó algunas medidas gubernamentales tendientes a superar las dificultades económicas y sociales que se tienen.

Estas decisiones tienen que ver con el régimen cambiario (al cual se le incorpora un sistema de libre mercado pero fijando el valor de la divisa para ciertos bienes), el incremento del salario mínimo (15 por ciento), la realización de grandes inversiones sociales (vivienda y educación), y el eventual aumento del precio de la gasolina.

Las medidas más críticas para enfrentar la problemática económica, como son la cambiaria y el incremento del precio de la gasolina, se limitaron a enunciados generales pendientes de reglamentación.

Esta falta de precisión no permite saber si se trata de acciones paliativas o de medidas de fondo. No obstante, la historia reciente muestra que el Presidente Maduro es incapaz de afrontar el duro ajuste que la economía demanda, pues esto le representa un alto costo político.

El tinte populista de las decisiones gubernamentales se deja ver cuándo, frente a una crisis de grandes magnitudes, Maduro destaca, como gran medida, “la ofensiva de revisión de las cadenas de distribución y comercialización de productos básicos de primera necesidad”.

El Presidente, acosado por las dificultades y temeroso de la reacción del pueblo frente a la adopción de medidas drásticas como son las que se requieren, puede estar dosificando las decisiones pensando en las elecciones de final de año.

El tiempo se agota y si no se resuelven los grandes problemas (desabastecimiento, escasez de divisas, déficit fiscal, alta inflación, entre otros) difícilmente las cosas cambiarán.

Las decisiones que deben adoptarse, aunque implican sacrificios y toman tiempo en mostrar resultados, aseguran un mejor futuro. Pero, de mantenerse el rumbo que se trae, la patria de Bolívar debe prepararse para vivir momentos aún más difíciles de los que hoy padece.

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