No son esbirros

Lo que no pueden esperar los amigos del proceso es que los oficiales sean esbirros sin cerebro ni sentimientos.

Hacen bien. Tener los pantalones abajo debe ser muy incómodo para moverse. Mejor se los quitan y se los entregan a ‘Timochenko’. Hoy le regalan un cese bilateral del fuego sin que dejen las armas y mañana les darán curules en lugar de cárceles.

Serán bobos los farianos si desaprovechan la última oportunidad de salir victoriosos de la guerra sanguinaria que se inventaron a espaldas del pueblo. El próximo gobierno no será tan arrodillado y para entonces Fidel habrá desaparecido y sin él la dictadura castrista morirá sin remedio. Tampoco estará Maduro, que no resistirá la quiebra de Venezuela con sus anaqueles escuálidos, las arcas del erario vacías y el Ejército controlando las filas en los supermercados como genial medida para superar el desabastecimiento. Lo sucederá el mafioso Diosdado Cabello, protegido por un chavismo debilitado y dividido, que no podrá ofrecer el santuario a las Farc con las mismas garantías. Y si fuera la oposición la que conquistara Miraflores, el desastre para la guerrilla sería completo, aunque pensar en un gobierno democrático tan pronto en Venezuela es soñar despierto. Pero que llegan, llegan.

Pese a su situación desventajosa, Santos les regala la Luna. Las Farc, por ejemplo, pidieron que la policía perdiera su carácter militar y los complació anunciando un Ministerio de la Seguridad. Ahora planea el cese bilateral sin entrega de armas.

Para muchos militares se trata de otra cesión gratuita que los equipara a los terroristas. Por eso resulta sorprendente que los aliados de Santos se rasguen las vestiduras al conocer que en las Fuerzas Militares abundan los críticos del proceso. De hecho, existe un movimiento fuerte, y bien lo sabe el Gobierno, que rechaza la manera en que se llevan las negociaciones porque sienten que dan demasiado a cambio de casi nada.

Unos militares chistosos pusieron un apodo a los que se contonean felices, solo por agradar al Presidente, por los supuestos logros en la mesa: las nenas. Espero que no se alarme el Fiscal y mande a perseguir fantasmas para luego montar otro megaproceso peliculero estilo hacker. Estas son Fuerzas Armadas civilistas, que cumplen la Carta Magna, así reprueben los pasos de su Comandante en Jefe.

Lo que no pueden esperar los amigos del proceso es que los oficiales sean esbirros sin cerebro ni sentimientos. Tener las manos atadas en el campo de batalla, porque las tienen, y Santos no lo puede negar, para no perturbar a los señores de las Farc no es sapo fácil de tragar. Pinzón es consciente de que sus hombres prefieren mirar para otro lado antes que realizar una operación contra un objetivo de valor, salvo que les den luz verde en la Casa de Nariño, por temor a que les corten las alas. Ni siquiera se atreven a revelar datos de atentados.

Aunque participen uniformados activos en el diseño del armisticio (la palabra favorita de las Farc), no pueden aspirar a que el resto de oficiales secunde con cara de idiotas útiles una decisión trascendental que los equipara a los guerrilleros. Es como decirles que igual de legítimo es asesinar militares y policías que dar de baja terroristas. Los santistas parecen olvidar que unos defienden la democracia y la ciudadanía, y otros intentan aniquilarlas.

Una cosa es negociar la salida de un conflicto cuando la barbarie es imposible de derrotar, como pasó con los ‘paracos’, y otra bien distinta es elevar a las organizaciones criminales a categoría de justos y loables salvadores.

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