Secretos de Estado

No va a saberse en qué momento y por qué razón un derecho de asilo otorgado por un Estado colapsó, dejó de ser amparo para el refugiado; como tampoco se va a descifrar por cuál motivo la Policía Internacional, que se negó en dos oportunidades a expedir circular para su captura, desanduvo los pasos y mansamente concedió lo que convenía al gobierno acusador.

O los criterios de amparo cayeron en desuso internacional, lo que no creo, o la presión de un gobierno intrigante movió todas las cuerdas de su diplomacia policiva y logró lo impensable en el derecho global.

Como los días que corren son de absoluta polarización, bueno es decir que parcializarse a favor de figuras como el refugio y la protección al perseguido no es lo mismo que tener por inimputable a quien ha sido objeto del acoso judicial. Las acusaciones del caso que dan tema a esta nota son de naturaleza grave, tildadas de delitos comunes, con oportunismo, según conviene al prosecutor, para cerrarle de una vez por todas al perseguido (perseguida, en este caso) la hipótesis favorable del delito político.

María del Pilar Hurtado es hoy pieza clave de la Fiscalía colombiana y del gobierno Santos como herramienta de acusación certera contra el enemigo político del Gobierno, esto es, contra su propio antecesor y antiguo promotor, dentro de la escandalosa deslealtad, que miramos pasmados los observadores.

La acusada encontró refugio y asilo político en la vecina Panamá, del cual fue bruscamente sacudida, una vez cambió el gobierno Martinelli y el de Colombia insistió ante el reciente presidente Varela, al principio reacio a entregar a la prisionera política. Coincidió por esos días una inesperada visita del presidente Santos a Ciudad de Panamá. El secretismo de Estado y la pasividad periodística dejaron en el limbo noticioso lo que pudo ocurrir en ese diálogo entre los dos jefes de Estado.

Varias gestiones hizo también la Fiscalía colombiana para que Interpol expidiera la circular roja contra la señora Hurtado y la central policiva se negó en dos ocasiones a expedirla alegando que el caso tenía visos de persecución política. Coincidió igualmente un viaje a Francia del presidente de Colombia y, sin que se supiera con certeza lo ocurrido en los fastuosos salones del Elíseo, la Interpol, con sede en Francia (sujeta, es de creerse, al presidente Hollande), otorgó el requerimiento colombiano y la perseguida, fatigada de acosos, se entregó al cuerpo policial de nuestro país. A la fecha, es centro de un hervidero de opiniones y dama del ajedrez contra el enemigo número uno del actual gobierno.

Es así como se la tiene en cuarentena vergonzosa o detención precautelativa, a título y pretexto de su seguridad personal, en el búnker fiscal, virtual prisión colombiana de Ramo Verde. El mal ejemplo cunde.

Share on facebook
Facebook
Share on google
Google+
Share on twitter
Twitter
Share on linkedin
LinkedIn

Buscar

Facebook

Ingresar