Trampa de regalías y campañas 2015

Mala señal que el Gobierno se haga el loco frente al ajuste del presupuesto de regalías, que está inflado y genera expectativas imposibles de cumplir.

La mitad de las obras sustentadas en el presupuesto bienal de regalías, aprobado hace escasos 2 meses por 18,3 billones, no se podrán ejecutar. La mitad de las promesas que en muchos municipios entre el populismo del Gobierno y la politiquería local agitarán en año electoral se convertirán en humo. Y los elegidos en octubre encontrarán ollas raspadas, pues en el 2015 los salientes gastarán lo del 2016.

El engaño en las regiones será descarado si no se hace ya un ajuste. Veamos. Orondo, el Gobierno pretendía que en noviembre el Congreso aprobara un presupuesto bienal de regalías inflado con una proyección de 97 dólares por barril. Hoy ronda por 45 dólares. Voces sensatas lograron ajustar las cifras, pero, con todo y eso, se presenta un severo desfase ya cercano al 50 por ciento de lo aprobado.

Y no es ciencia ficción. Ahí están a ojos del mundo, dando gritos en cada jornada, los valores de cierre del petróleo, rodando por el precipicio, sin que exista ningún indicio serio que permita pensar en una pronta recuperación del precio.

Por eso, antes de que coja más velocidad el carnaval electoral, llegó el momento de asumir el recorte ahora que el Gobierno llamó a sesiones extras al Congreso a partir de esta semana para estudiar el Plan de Desarrollo que el DNP ha venido preparando con dedicación. Y su prueba de fuego será la consistencia fiscal.

Me explico. Minhacienda elaboró el marco fiscal de mediano plazo estimando el barril de petróleo a 98 dólares, hizo aprobar el presupuesto de regalías a 85 y presentó el plan financiero del 2015 a 48. Los tres están vigentes, sorprendentemente. ¿Con qué parámetros se estructuró el Plan de Desarrollo? La ley de regla fiscal exige que estos instrumentos sean compatibles entre sí y con el Plan de Desarrollo. Por favor, que no sigan maquillando las inquietantes cifras económicas.

Hasta el respetable director del Dane, según denunció ayer Mauricio Vargas, cayó en la tentación de manipular su última presentación de cifras para restarle importancia al incremento en un punto porcentual del desempleo entre noviembre y diciembre del año pasado. Y también para restarle importancia al aumento entre 8,4% y 8,7% que surge de la comparación entre el mes de diciembre del 2013 y el mismo mes en el 2014, aunque el promedio anual haya caído.

O como la olímpica pasada de agache ante el enorme aumento de la nómina burocrática para el 2015, que, según publicó este mismo diario, aumentó en casi 2 billones de pesos. Resumen: la nómina acaba de crecer al doble de la inflación, dejando sepultadas todas las falsas promesas de austeridad que escuchamos del Gobierno a la hora de clavar a los colombianos con más impuestos.

Hay más. El FMI y el Banco de la República antes de terminar enero redujeron las proyecciones de crecimiento de Minhacienda de un fantasioso 4,5 por ciento a un más sereno 3,8 por ciento. El impacto sobre el recaudo es brutal. Cada punto de crecimiento perdido implica una caída de recaudo de aproximadamente 2 billones de pesos.

A lo anterior se suma el clima enrarecido de una campaña regional en la que el Gobierno debuta con la debilidad del MinCristo que apareció generando sombras sobre las garantías para la oposición y convalidando la amenazante elocuencia derivada de advertir, palabras más palabras menos, que los municipios que no voten por candidatos de Unidad Nacional serán castigados presupuestalmente.

Alto y claro. Este ajuste que diligentemente ha solicitado el senador Iván Duque debe ser tramitado con prontitud. Se trata de que el empeño de jugarles limpio a los colombianos y a las regiones deje de ser un discurso inaplicado y se convierta, más bien, en evidencia de la transparencia electoral, política y económica que hasta ahora no hemos visto.

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