Absceso purulento

Cómo a la administración de justicia la salpican las sospechas con algo más que simples decires.

Un absceso, purulento como es por naturaleza y etimología, ha sacudido de nuevo al país, tanto por haber tenido de escenario a la prestigiosa Corte Constitucional como por aparecer implicados dos magistrados de su seno: el gallardo denunciante Mauricio González Cuervo y el escurridizo acusado Jorge Pretelt, ni más ni menos presidente de la corporación.

El motivo ha sido la presunta exigencia u ofrecimiento de 500 millones de pesos a título de soborno subrepticio y a trueque del servicio de gestionar la aceptación de la tutela en favor de Fidupetrol, representada para el efecto por su abogado Víctor Pacheco. La intriga se habría urdido sigilosamente, como suele hacerse en los bajos fondos de la delincuencia, siempre en sordina.

No obstante, reviste gravedad inusitada en cuanto saca a la luz un caso específico de corrupción en la rama jurisdiccional al más alto nivel e indirectamente viene a corroborar la verosimilitud de rumores afrentosos sobre ‘carruseles’ de testigos y otras irregularidades. Hasta ahora, se habría tratado de simples habladurías, pero esta vez se habrían concretado en la responsabilidad de personas de las más altas y respetadas esferas. Menos mal que de su propio seno vino a salir el crudo desenmascaramiento, con la debida juramentación.

En buena hora el magistrado acusado ha asumido actitud positiva al apartarse de su privilegiada investidura mientras se surten los trámites de investigación y esclarecimiento del presunto trato delictivo. Ha sido la salida correcta de la encrucijada para facilitar el acopio de pruebas e indicios por los jueces constitucionales de la Comisión de Acusación de la Cámara de Representantes, que, en esta ocasión, vuelven a jugarse el pellejo de su legítima y discutida idoneidad. Hay que salvar en todas las formas el ‘alma de la toga’.

Raro parecía que la denuncia de terribles anomalías no superara la esfera hipotética de los chismes. La actual viene a ser, por sus precisiones, piedra de toque y referencia del mar infinito de consejas. Hora sobrada es de llegar a la cruda verdad de cómo a la administración de justicia la salpican las sospechas con algo más que simples decires. Porque a esta oportunidad la pintan calva, merece ser aprovechada para eximir de estigmas a la función de administrar justicia en nombre de la República y por autoridad de la ley. Recordemos su necesidad primordial como garantía de paz y convivencia democrática.

Suerte de Ecopetrol

Pasando a otro tema neurálgico, el de la economía del petróleo, ahora con precios súbitamente disminuidos en el mercado mundial, señalemos la necesidad de preservar la integridad de sus ejes fundamentales después de su impetuosa bonanza. Todo concurre a ver de mantener exenta a Ecopetrol, la empresa bandera de Colombia, de cuanto pudiera afectarla o desviarla de su función primordial.

El descenso de sus utilidades era previsible desde cuando ocurrió el desplome súbito del precio de los hidrocarburos. Esta nueva coyuntura habría de marcarla, y de determinar reajustes ineludibles en el ejercicio de su objeto social. Por razones obvias, no podría seguir constituyendo Caja Principal del Tesoro Público, aunque sí base propicia para preservar el suministro de combustibles a la Nación en el inmediato futuro, con programas adecuados de exploración y explotación.

Corazón en mano, debemos compartir los temores del columnista dominical de este diario Mauricio Vargas, sobre las características de quien sea llamado a presidirla. Trasladar a su seno la filosofía de la ‘mermelada’, eligiendo su cabeza y presidente al artífice de este mecanismo, desnaturalizaría su esencia y haría peligrar su estabilidad, funcionamiento y dinamismo.

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