Creadores de miseria

Los socialistas y en particular los comunistas, prometen a las masas que una vez hayan despojado a los capitalistas de sus riquezas y que los medios de producción estén en manos del pueblo (pero antes en manos del Estado, más precisamente de quienes lo controlan), desaparecerán sus penalidades. La realidad ha demostrado la falacia de estas promesas populistas, aunque muchos siguen creyendo en ellas. Bastaría mirar las penalidades que sufren cubanos y venezolanos pero, para prueba contundente, tomemos el “Índice de Miseria” publicado por importantes institutos de investigación donde se destaca que para 2014 Venezuela ocupa el triste primer lugar. Las principales variables del índice son la inflación (índice de precios al consumidor), la tasa de desempleo y las tasas de interés. En la tabla publicada por el respetado Instituto Cato encontramos que el mayor índice de miseria para el 2014, entre 108 países, lo tiene Venezuela, seguida inmediatamente por Argentina, países en los que la mayor incidencia en el índice fue el incremento en el costo de vida (Colombia está en el puesto 50 y los de menos índice de miseria son Suiza y Brunei. Cuba no aparece por no tener estadísticas confiables). Triste esta situación, especialmente la de Venezuela, un país extremadamente rico y en el que el régimen chavista dilapidó sus riquezas, en gran parte tratando de sacar a flote la economía cubana.

y subsidiando, a cambio de votos en los organismos internacionales, a varios países caribeños, incluido Nicaragua. Cuando el socialismo del siglo XXI no alcanza a tener apaciguada a la población acude a la represión, la que incrementa cada día ante el avance de la miseria. Pronto el nivel de vida de los venezolanos, acostumbrados a vivir como ricos, será como el de los cubanos y con las mismas libertades. La destrucción de la iniciativa privada y su remplazo por la planificación de la economía ha sido fatal para los regímenes de extrema izquierda y los ha llevado a su destrucción, comenzando por la Unión Soviética. China salió de su miseria luego de la muerte de Mao y cuando Den Xiaoping abandonó la economía planificada para remplazarla por el “socialismo con características chinas” que no es más que una economía de mercado dentro de un régimen autocrático. En China hoy no escasea ni la leche ni el papel toilette y es sede de algunas de las empresas más grandes del mundo.

Mientras esto sucede en Venezuela, los pusilánimes gobernantes latinoamericanos cohonestan con su silencio cómplice lo que allí sucede y olvidan la sabiduría popular: “si las barbas de tu vecino ves cortar, pon las tuyas a remojar”.

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