Impunidad, un asunto mundial

Un porcentaje considerable de los sucesos criminales nunca se denuncia ante la autoridad, por lo que no se incluye en las estadísticas oficiales, lo que conlleva a una falta de castigo para los delincuentes.

La impunidad, o crimen sin castigo, carcome de tal forma la sociedad moderna, que hoy es motivo de preocupación para la Comunidad de Naciones. La primera investigación mundial sobre el Índice Global de Impunidad, realizada por la Universidad de las Américas de Puebla, raja a Filipinas, México y Colombia, entre otras naciones, cuyas instituciones, jurisdiccionales y de seguridad, aparecen permeadas, en un proceso ya largo, por el crimen organizado.

La investigación corrobora las realizadas, no con un universo tan amplio, por el Departamento de Estado de Estados Unidos, Transparencia Internacional, universidades y centros especializados, que cuantifican los altos índices de impunidad en Colombia, sobre todo en delitos contra la vida, donde aquella llega hasta el 90 por ciento en algunas regiones.

La politización de la Justicia, la corrupción, la falta de coordinación de los organismos de seguridad y la penetración de las instituciones por el crimen organizado son caldo de cultivo para otros males sociales como la inseguridad, la violencia y el desprecio por los derechos ciudadanos.

La Universidad de las Américas de Puebla, en su informe, midió de manera comparativa la funcionalidad en sus sistemas de seguridad, justicia, protección de los derechos humanos y capacidad estructural de cada país.

Evaluar el fenómeno tiene sus complejidades. De hecho, solo se analizaron 59 Estados, de los 193 miembros de la ONU, por no contar con información estadística suficiente y actualizada en materia de seguridad, derechos humanos y justicia, que fueron incluidos en el Índice Global de Impunidad.

Se probó que 134 países, con membresía de la ONU, carecen de estadísticas sobre seguridad y justicia que permitan una evaluación objetiva que pueda compararse con la de otros Estados, como son los casos de Brasil y China.

Igual de grave, un porcentaje considerable de los sucesos criminales del mundo jamás se denuncia a los organismos de seguridad, por lo que ni siquiera aparecen registrados, lo que conlleva a una falta de castigo para los criminales.

El ranquin de impunidad mundial, en una medición de 0 a 100, lo lideran Filipinas (80%), México (75,7%), Colombia (75,6%), Turquía (68,7%) y Rusia (67%).

El análisis probó que México y Colombia comparten un presente de desgracia, producto de un pasado similar, con origen en los años 70 cuando las organizaciones del narcotráfico permearon las instituciones del Estado y distintos sectores de la sociedad.

En el caso colombiano los estudios han probado que el descrédito de la justicia está asociado a que se ha politizado y dejado corroer por la corrupción, lo que la deslegitima frente al ciudadano y, a su vez, impulsa modelos de justicia privada como método de algunos sectores para proveer su propio resarcimiento o vindicta.

Tal politización lleva a que organismos como la Fiscalía solo aceleren su poder investigativo por intereses particulares, o cuando por razones de veleidades políticas o preocupaciones de micrófono, sus jerarcas deciden qué hay que investigar. Solo por mencionar un caso, un tiempo largo llevaban archivados los casos contra el magistrado de la Corte Constitucional Jorge Pretelt, pero solo se desempolvaron cuando estalló el escándalo, lo que llevó a la Fiscalía a acelerar la investigación.

Como ejemplo, el estudio probó que países con una adecuada combinación de capacidad estructural de sus instituciones en seguridad y justicia, pero además respetuosas de los derechos humanos, presentaron un bajo índice de impunidad, como Croacia, Eslovenia, República Checa, Montenegro, Bulgaria, Malta y Polonia.

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