¿Se negociará al Ejército?

Si eso fuera verdad, en aras de la discusión, el general Mora lo sabría y no andaría tan sonriente.

Esta semana, el Gobierno puso al general (r) Jorge Enrique Mora a reírse mucho –cuando él nunca se ríe– y a soplar velitas de cumpleaños. Esas dos cosas tan forzadas buscaban convencer a la opinión de que las relaciones Mora-Santos van divinamente, y de que su papel en la negociación de La Habana sigue vigente, así por ahora ya no arrime por allá.

Pero que Mora no haya vuelto a la mesa –el general Óscar Naranjo tampoco, pero por razones distintas– ahonda la crisis de credibilidad sobre la agenda que se está discutiendo con las Farc, que los enemigos del Gobierno condimentan con inexactitudes para sacarle la piedra al Presidente –lo cual últimamente se ha vuelto muy fácil– y poner nerviosos a los colombianos.

Una de las cosas que más oímos es que en La Habana se está negociando la disminución del presupuesto y del tamaño de nuestras Fuerzas Militares. Si eso fuera verdad, en aras de la discusión, el general Mora lo sabría y no andaría tan sonriente. El Presidente lo ha desmentido en múltiples ocasiones, para no decir que casi todos los días (“¿en qué idioma quieren que hable?”).

Pero las Farc se han encargado de que parezca cierto. Se la pasan recordándonos que el tema forma parte de los “pendientes” que no se han discutido y que deberán discutirse, o no firmarán el acuerdo de paz.

¿Y por qué hablamos de que el tema ha quedado pendiente, si no figura en ningún punto de la agenda oficial que se discute en la mesa? Porque, hábilmente, las Farc vienen desdoblando esa agenda. En tres de los cinco puntos que ya se han discutido, ha quedado una lista de “pendientes” a los que las Farc pretenden regresar. En esa lista figuran 28 temas, según asegura desde el uribismo el senador Alfredo Rangel, incluyendo cosas tan exóticas como revisar los TLC que ha firmado Colombia, renegociar las concesiones minero-energéticas y una eventual participación de las Farc en sus utilidades.

Al lado de esas cosas, que, estoy segura, el Gobierno no discutirá jamás con las Farc, existen otros “pendientes” por los que, en cambio, es muy factible que volverán a pasar los negociadores. Entre ellos, la extensión de las zonas de reserva campesina (las Farc piden 9,5 millones de hectáreas) y su autonomía judicial, política, ambiental, administrativa y fiscal; la concreción de la política antinarcóticos y los límites a la propiedad de la tierra (la existencia de latifundios localizados en las zonas más productivas del país); así como la cifra mensual o anual con la que contribuirá el Estado para la manutención de los desmovilizados y su acceso a educación y a fuentes de trabajo, por solo mencionar algunos de los “pendientes”.

¿En qué calidad está el “pendiente” de las Fuerzas Militares? ¿En el rango de discutible, o en el de no discutible? En esto prefiero creerle ciegamente al Presidente: en el de no discutible. Así le toque repetirlo todos los días y en todos los idiomas, el futuro de nuestro Ejército no puede ser, y por lo tanto no será, objeto de negociación en La Habana.

Para que eso no ofrezca duda alguna es por lo que Mora debe regresar a La Habana. Y ya se está haciendo tarde para que el Gobierno vaya montando una mesa especial con los militares que comience a discutir, precisamente para no hacerlo en La Habana, cómo será la aplicación de la justicia alternativa para ellos, porque si algo no van a permitir (doctrina Mora) es que se les dé un tratamiento judicial equivalente al de la guerrilla.

Al tema de la reducción del tamaño del Ejército o del presupuesto de las Fuerzas Armadas no le veo ningún futuro, mientras exista Maduro y eventualmente tenga que recurrir a una locura militar para no caerse, y mientras el posconflicto se desarrolle con todos los peligros de derivar en delincuencia organizada que promete este proceso de paz, al igual que pasó con la desmovilización de los paramilitares.

Considerar alguno de esos dos puntos sería un suicidio peor que el del piloto del avión de Germanwings, porque llevaría a pique a millones de colombianos desconcertados.

Entre tanto… Palabras del papa Francisco que son ejemplo para el presidente Santos: “El futuro de la unidad de la Iglesia es caminar unidos en las diferencias”. Lo mismo que el del país.

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