¿Un papel constructivo?

Tengo gran respeto por la doctora Sandra Borda, directora del Centro de Estudios Internacionales de la Universidad de los Andes pero, lamentablemente, disiento de sus opiniones en su última columna de El Tiempo. Allí dice que Unasur, y Colombia dentro de ella, han avanzado en la construcción de consensos para  resolver la crisis venezolana, alrededor del principio de no intervención, el diálogo y la negociación. Apoyar el “sombrerazo” de los gringos, dice, iría no sólo “contra nuestros principios de política exterior sino también contra nuestra capacidad de jugar un papel constructivo como mediadores”.

Sea lo primero decir que la actitud gringa de declarar que Venezuela es una amenaza y de aplicar sanciones (como quitar la visa de entrada o congelar las cuentas) a algunos de los más prominentes violadores de derechos humanos y miembros del “cartel de los soles” y, según Carlos Alberto Montaner, intermediarios para el ingreso de terroristas iraníes  a América Latina, es un acto soberano al cual también tiene derecho la primera potencia. Pero, luego, hay que aceptar que Venezuela no es modelo de respeto a los derechos humanos y ha cometido toda clase de atropellos contra la oposición, desde sacar a trompadas de la Asamblea a María Corina Machado y el encarcelamiento arbitrario, sin posibilidades de juicio justo, de Leopoldo López y Antonio Ledezma, hasta los más de cincuenta estudiantes asesinados por haber participado en la revuelta de principios del año pasado.

Colombia ha mirado para otro lado, aun habiendo participado como mediador en los diálogos inanes con la oposición luego de la revuelta y, violando flagrantemente la norma imperativa internacional del non-refoulement, que prohíbe entregar a un perseguido en las manos de su perseguidor, haber devuelto a Maduro a dos estudiantes que habían buscado refugio en Colombia. Esos estudiantes se pudren hoy en celdas que llaman “las tumbas”. Ha ignorado que los terroristas de las Farc han obtenido refugio en Venezuela y usado ese territorio como base para atacarnos impunemente. Y se ha hecho la de la vista gorda con las expulsiones de más de mil quinientos colombianos que han perdido sus bienes en manos de las autoridades venezolanas.

Unasur es una entelequia inventada por Chávez para hacerle contrapeso a la OEA. Claro que ésta, dirigida por unos Secretarios Generales incompetentes y sin prestigio -Chávez llamó “pendejo” a Insulza y éste se quedó tan fresco y el nuevo, Almagro, no pinta mejor- ha sido incapaz de resolver la crisis venezolana. Ya no es la OEA de Alberto Lleras. ¡O tempora, o mores! Lleras decía que las organizaciones internacionales son lo que sus miembros quieran y la OEA hoy está influida -Unasur  está dirigida- por el Foro de Sao Paulo, creado a la caída del muro de Berlín por partidos y movimientos de izquierda -como las Farc-  para defender las ideas comunistas que se desvanecían al morir la Unión Soviética.

La defensa de los principios no se puede sacrificar por el diálogo y la negociación. Dime con quién andas y te diré quién eres. Y Colombia anda en malas compañías.

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