Entre el Cauca y el Mediterráneo

¿En qué se parecen la reciente masacre de 11 soldados en Timba, Cauca, y la muerte de más de 1.000 inmigrantes la semana pasada en el Mediterráneo? A primera vista, en nada. Pero un análisis sucinto sobre las fuentes de financiamiento revela escalofriantes similitudes.

Según reciente informe del Wall Street Journal Américas (abril 22/15), la muerte en el mar Mediterráneo de más de 1.000 inmigrantes con destino a Italia es el resultado de una operación de contrabando, en un negocio que “mete a personas desesperadas en embarcaciones desvencijadas y las manda a navegar en la ruta de migrantes más mortal del mundo, operación que está a cargo de milicias libias, jefes tribales y bandidos comunes”. El Mediterráneo, de acuerdo con un estudio de la Organización Internacional para las Migraciones que asegura que en 2014 murieron en sus aguas 3.224 personas, se ha convertido en el mayor cementerio para migrantes y refugiados del mundo. Para el diario americano, “el colapso económico de Libia y la carrera en la que se hallan milicias y tribus para encontrar fuentes de financiamiento en ese país complican enormemente los esfuerzos de las autoridades europeas para combatir con efectividad ese tráfico… las ganancias generadas por el tráfico humano han creado un nuevo equilibrio de poder en el Sahel (la región semiárida que se extiende entre el sur de Malí y Sudán) y en Libia… los jefes tribales reciben semanalmente US$60.000 de los migrantes de África Occidental… las ganancias son tales, que tribus en guerra cooperan para conseguir el paso de los migrantes de un tramo a otro de la ruta”.

Por más que las Farc traten de disfrazarlo, y algunos medios abyectos de disimularlo, la masacre en Timba de los soldados tiene un origen similar al del contrabando de personas en el mar Mediterráneo: la urgencia de la guerrilla para financiar —sin interferencia alguna— sus actividades subversivas por medio del tráfico de droga. ¿Qué pasó realmente en el Cauca? Que los narcoterroristas se percataron de que el Ejército se acercaba a la zona donde las Farc y algunos indígenas tienen los sembrados y laboratorios de coca y de amapola. El sexto frente, cuya misión es recibir de los bloques Central y Oriental la cocaína y la amapola que otros frentes de las Farc cultivan, es el responsable de la protección, transporte y exportación de estupefacientes de los subversivos que, atravesando la cordillera Central, se traslada al Cauca, al Valle y al Chocó para ser procesada y reenviada por mar a los mercados de consumo. Este frente, cuya presencia en el Cauca es permanente y notoria, se mueve como un pez en la zona de resguardos indígenas precisamente porque el 80% de sus integrantes son indígenas. El VI frente forma parte del bloque Occidental de las Farc, cuyo comandante es Jorge Torres Victoria, alias Pablo Catatumbo, un curtido forajido del Estado Mayor y el Secretariado de las Farc, responsable de la producción y distribución de cocaína en los corredores montañosos de los municipios de Palmira, Buga, Tuluá, Sevilla, Florida y Pradera, entre los corregimientos de Barragán, Puerto Frazadas y Santa Lucía.

La responsabilidad final y autoría intelectual de la muerte de los migrantes en el Mediterráneo y los soldados en Timba la tienen las milicias y tribus libias, y los narcoterroristas de las Farc. A estos bandidos, cuyo desprecio absoluto por la vida humana es más que evidente, los guía exclusivamente el afán de lucro, afán que pretenden disfrazar con motivos políticos.

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