El habitante de calle

La mayoría de habitantes de calle en Colombia tiene que ver con la drogadicción, pero también hay un número alto de desplazados, ancianos, discapacitados y niños maltratados y abandonados.

El desdén del Estado por conocer la problemática del habitante de calle o indigente terminó por naturalizar o invisibilizar su proliferación en distintos espacios ciudadanos.

Por esa indiferencia ni siquiera hay un censo actualizado que diga cuántos son, de dónde llegaron, qué los arrastró a esos estados de abandono, cuáles son sus edades, sexo y condición social antes de caer a esa vida errante, ya que los gobernantes de turno actuales o los que los antecedieron jamás pensaron que esta franja de la población ameritaba estudios serios, incorporación a sus planes de gobierno o alternativas integrales para poner fin a sus padecimientos.

Al bulto, se sabe que en Colombia la mayoría de habitantes de calle es una de las expresiones finales de quienes caen al mundo de las drogas y el alcoholismo; pero también la estocada final que reciben algunos de los miles de desplazados por el conflicto armado, las víctimas de la violencia intrafamiliar, los niños maltratados y los ancianos y discapacitados abandonados a su suerte.

En Medellín la mayor costra se observa en la ribera del río donde cayeron al ser expulsados de las cuevas y el desmantelamiento de las ollas ordenado desde la Presidencia en 2013. Como en las tribus de los primeros hombres, viven a la intemperie, alrededor de hogueras en las noches frías, tienen su propia subcultura, formas de expresarse, reconocerse, acompañarse, atacarse o defenderse en masa si es del caso, cuando se les acosa con actos policivos. Otros cientos deambulan por el centro, barrios, semáforos, cementerios e iglesias en busca de la caridad humana, que a veces se les brinda, como si fueran fantasmas, pues ni siquiera se les mira a la cara o se les toca.

Por ello, es de destacar el esfuerzo de Medellín que realizó el Primer foro internacional modelos públicos de atención al habitante de calle, el cual reunió expertos de Holanda, España, Argentina, Uruguay, E.U., Francia y Brasil, en el que se presentaron experiencias con estas personas, planes de asistencia integral y alianzas que le servirán como herramienta de trabajo a Medellín y otras ciudades colombianas.

El debate dejó claro que la problemática en cada ciudad y país es diferente. Medellín expuso que tiene, en situación de calle, a 3250 adultos, y ni un niño porque todos, de acuerdo con normas legales, son recogidos para su resocialización. Del total de personas en situación de calle en la ciudad, el 98% tiene relación con la drogadicción.

La ciudad cuenta con un presupuesto de 3200 millones de pesos mensuales, casi un millón por indigente, para su atención, lo que permite la implementación de un plan integral para apoyar y acompañar a aquellos que buscan salidas, alimentarlos o asistirlos por enfermedades.

Paradójico que en el mismo foro la Administración anunció la presentación de un proyecto de Acuerdo al Concejo, en julio, para construir una política pública de habitante de calle, lo que abre interrogantes sobre el manejo que se ha dado al tema en los últimos tres años, sin que exista esa política pública que ahora se anuncia.

En Europa, la mayoría de las personas va a la calle por alcoholismo y pobreza; en Brasil, el grueso tiene que ver con pobreza y otro porcentaje por drogas. En estas naciones hay centros de atención para acompañar a los vulnerables. En Europa también hay errabundos que deciden vivir en la calle y no aceptan ningún apoyo del Estado.

Los observadores internacionales probaron que la problemática del habitante de calle y en riesgo de calle, que puede triplicar al primero, en Medellín es grave y no admite esfuerzos aislados o solo desde el Municipio. Frente al trabajo de acompañamiento a estas personas quedan muchos interrogantes por resolver.

Por lo tanto, el debate que se avecina en el Concejo debe ser inclusivo y abierto a la academia, la Iglesia, las ong, los centros especializados y todos los concejales como protagonistas. Esto no admite pupitrazo.

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