¿EP?

Desde hace ya casi 20 años, en una de sus pomposas “conferencias nacionales” las Farc decidieron agregar a sus tradicionales siglas Farc que supuestamente traducen Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, la sigla EP, que, según ellos, significa, ejército del pueblo.

Como corresponde a la mayoría de los lemas publicitarios la realidad de esa organización armada ilegal dista mucho de la imagen que pretende expresar. La C que ellos asocian con Colombia, históricamente ha demostrado otra cosa. Desde sus inicios esa C significa comunismo o comunistas, que es su verdadera ideología. El país no parece darse cuenta de que el verdadero propósito que esconde el discurso estalinista de las Farc es la estatización de todo lo que exista o llegue a existir en Colombia. Para ellos el gran problema nacional es la propiedad privada.

Esa misma C, probablemente por la caída del muro de Berlín, ha ido alejándose del comunismo para acercarse a uno de las peores caras del capitalismo, la de la cocaína. Aunque ellos se empeñan en negarlo, la realidad enseña que la coca y la cocaína son las que sostienen no solo la estructura económica de ese grupo subversivo, sino que son las culpables de sus más grandes divisiones internas, incluso de las que ahora se dan con respecto del proceso de paz.

El dominio en el sur del Cauca y en Nariño, en amplias zonas del Caquetá y el valor estratégico que para ellos tienen Tumaco y Buenaventura no es explicable desde el punto de vista militar, sino desde el económico para el negocio de la cocaína. Y lo peor no es eso, sino la incapacidad del Estado para arrebatarles esos sitios.

Si ya sus siglas originales no compaginaban con su realidad, el agregado de EP, menos aún. Cómo pueden las Farc tener el cinismo de llamarse ejército del pueblo, mientras se dedican a regar petróleo crudo sobre los ríos y quebradas de los que sacan el agua la mayoría de las poblaciones pobres de la llamada “Media Colombia”. O de qué manera puede ser popular tumbar las torres de transmisión para dejar sin energía a Tumaco o a Buenaventura, afectando principalmente a los pequeños comerciantes o a los pescadores artesanales que son los que viven al día y no tienen para comprar una planta eléctrica que les evite la ruina de no tener refrigeración a más de treinta grados de calor.

Asesinar policías es la otra “política popular” de las Farc. Los miles de viudas y huérfanos que han producido con sus cientos de emboscadas o de atentados personales, al mejor estilo del plan pistola inventado por la mafia antioqueña, atestiguan semejante forma tan absurda de redención social. Y por si hiciera falta más evidencia, los miles de lisiados de las minas antipersonales que en su mayoría son campesinos pobres o sus hijos, en forma de soldados y suboficiales del Ejército Nacional, son la prueba plena de que esa guerrilla supuestamente de izquierda no es pro pueblo, sino contra el pueblo.

Son tan nocivos para el pueblo, que ese EP de las Farc, no puede significar otra cosa que Ejército de Psicópatas.

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